martes, 15 de septiembre de 2009

Nueva regla para los años bisiestos

(Continuación) Desde la reforma gregoriana del calendario, son dos las condiciones para que un año sea bisiesto. Una es conocida, la juliana. Que sea divisible entre 4, pero con una salvedad. Siempre que no termine en 00.

Bastará con fijarnos en las dos últimas cifras: si forman un número múltiplo de 4, el año será bisiesto. Por ejemplo, 1988, 1992, 1996, 2000, 2004 o 2008 fueron años bisiestos y 2012, 2016 o 2020 lo serán, pues 88, 92, 96, 4, 8, 12, 16 o 20 son divisibles entre 4.

La otra es nueva, gregoriana. Si el año termina en 00, o sea un año de fin de siglo o finisecular, será bisiesto sólo si es divisible entre 400. O de otro modo, si prescindiendo de los dos ceros últimos el resto es múltiplo de 4.

Según esta regla, los años 1700, 1800 y 1900 no fueron bisiestos porque 17, 18 y 19 no son múltiplos de 4, mientras que el 2000 sí lo fue pues 20 es divisible entre 4. Y el 2100 no lo será. A propósito y como curiosidad, les diré que los años bisiestos, son cuando se celebran los Juegos Olímpicos.

Esta segunda condición implica que cada 400 años habrá 97 años bisiestos de 366 días y 303 años normales de 365 días, con lo que la duración media del año civil será

Δt = (97·366 + 303·365) / 400 = 365, 242 500 000 días

Lo que comparando con el valor, tomado como exacto del año trópico 365, 242 190 402 días, supone un retraso de algo menos de medio minuto al año (26 s).

Bastante mejor que el del calendario juliano, que recordemos retrasaba 11 minutos anuales. Una cuestión de calendarios.

Por si lo suyo no son los números, está de suerte. No tendrá que preocuparse de esta segunda regla, para determinar si un año es bisiesto o no, en los próximos 87 años. Toda una vida.

Cuestión de calendarios
Les decía que era un cuestión de calendarios porque está constatado que, en todos los lugares del planeta, y desde sus albores, la humanidad ha desarrollado distintos calendarios, para medir el paso del tiempo, bien fueran solares y/o lunares.

Han existido y existen calendarios para todos los gustos: egipcio, babilónico, griego, romano primitivo, juliano, gregoriano, revolucionario, judío, musulmán, maya, chino, azteca, entre otros. Y cada uno ha tenido su momento.

Desde su implantación en marzo de 1582 el Calendario Gregoriano, que recordemos acumula un error de sólo un día en más de 3000 años, o lo que es lo mismo medio minuto por año, fue aceptado de forma inmediata por todos los países católicos y la mayoría de los protestantes, aunque algunos de éstos retrasaron su implantación.

Éste fue el caso de Inglaterra que no remplazó el Calendario Juliano por el Gregoriano hasta setiembre del año 1752, haciendo que al miércoles 2 de Septiembre, según el Calendario Juliano, siguiera el jueves 14 de Septiembre de ese mismo año, según ya el Calendario Gregoriano.

Este retraso -junto con el uso simultáneo de ambos calendarios en la Gran Bretaña, y sus colonias durante esa época- produjo dio lugar a una confusión de fechas que todavía hoy constituye una fuente de errores para los historiadores.

Como ocurre con la conocida coincidencia en la fecha de la muerte de dos genios de la Literatura: Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) y William Shakespeare (1564-1616) producidas, en principio y según abundante bibliografía, el mismo día. Un craso error.

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