miércoles, 19 de agosto de 2009

Fat Man ( ...y El Gordo)


(Continuación) En los días siguientes al 6 de agosto los militares japoneses hicieron volar a sus mejores científicos sobre Hiroshima. El grado de destrucción y los altos niveles de radiactividad confirmaron sus sospechas.

Había sido una bomba nuclear y quedaba palpable que se habían equivocado en su estimación de la capacidad ofensiva de los EEUU.

No han quedado claras las razones que tuvieron los militares estadounidenses para desear arrojar una segunda bomba sobre el Japón, tan pronto como fuera posible. Lo que sí se sabía era que no podría ser otra “Little Boy”, ya que montarla requeriría varios meses.

Éste fue el motivo de que se recurriera a una gemela de la que se había probado en Trinidad. Un armatoste de trescientos veinticinco centímetros (325 cm) de largo, ciento cincuenta y dos centímetros (152 cm) de diámetro y una masa aproximada de cinco toneladas (5 t).

Su aspecto, más orondo que El Flaco, le mereció el sobrenombre de “Fat Man” (Hombre Gordo) aunque como bomba era más elegante y compleja. Esta es la primera pareja nuclear conocida, la de “el Flaco y el Gordo”.

Fat Man sobre Nagasaki
El metal fisionable, en este caso Pu-239, se dispuso en dos trozos que, juntos, formaban un agregado esférico del tamaño de un melón.

Estaba rodeado de treinta y seis (36) cargas de alta explosividad que, cuando eran detonadas, impulsarían el material subcrítico hacia el centro de la esfera donde se constituiría ya en una masa supercrítica.

Se trataba de una bomba de implosión.

El día 9 de agosto de 1945 a las 12:01, y también desde otro bombardero B-29, éste llamado Bocksar, el Gordo fue arrojado sobre Nagasaki desde 9 km de altura. Se terminó por desestimar la ciudad de Kokura, el primer blanco elegido, por estar cubierto de nubes y niebla y tras haber efectuado tres pasadas infructuosas. Cuestión de suerte.

Debido a la estructura del terreno y la configuración de la ciudad, los daños efectuados y el número de victimas fueron inferiores al de Hiroshima, a pesar de que la energía liberada fue algo mayor.

Se calcula que el 44% de la ciudad quedó destrozada y que murieron la mitad de personas que en Hiroshima.

Doce horas después de la explosión, Nagasaki era aún una llama visible para los pilotos a más de 300 km de distancia. (En la fotografía se puede apreciar el antes y el después).

Reacción mundial
Ni que decirles tengo que el mundo quedó atónito ante las noticias de las bombas. Incluidos los propios científicos que pensaban en el proyecto nuclear como algo factible, pero lejano.

De hecho el propio Heisenberg negó al principio, y de forma rotunda, que el nuevo ingenio militar pudiera ser una bomba nuclear. También sorprendió al mundo entero que se hubiera podido guardar en secreto, y durante tanto tiempo, el Proyecto Manhattan.

En esos primeros días de agosto el mundo supo que el hombre había liberado la energía del núcleo de los átomos. Con temor comprendió lo equivocado que había estado Leahy unos meses antes.

Las hipótesis nucleares eran ciertas, las bombas se podían construir y, lo más terrible, funcionaban. Dándole al hombre un poder de destrucción nunca conocido hasta entonces.




El emperador Hirohito, desoyendo a parte de su ejército, puso fin a la guerra el 14 de agosto de 1945. (Continuará)

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