Con motivo de cumplirse el 130 aniversario del nacimiento de Albert Einstein les traigo hoy un libro dedicado a él. Escrito por Walter Isaacson, lleva por título: ‘Einstein. Su vida y su universo’ .
Se trata de una biografía muy completa, con utilización de material inédito hasta ahora, en especial su correspondencia y otros documentos, con lo que se puede seguir su vida personal y científica casi paso a paso.
Les digo esto porque si tiene curiosidad en enterarse, de un modo sencillo pero correcto, de qué cosa es eso de la relatividad o en qué consiste la física cuántica, creo que aquí puede dar satisfacción a ese deseo.
Por otra parte, esas explicaciones científicas van intercaladas en el momento en que fueron apareciendo dentro de la peripecia vital de Einstein. Lo que está muy bien.
Pero no por ello se trata de un libro destinado a físicos profesionales. De ninguna manera, aunque también.
Para el autor de esta biografía resulta sorprendente cómo los trabajos fundamentales de Einstein, aquellos que revolucionaron la física, y tal vez el mundo moderno, en ese año mágico de 1905, no vieran la luz en una prestigiosa universidad, sino en una sencilla oficina de patentes de la ciudad suiza de Berna.
Curiosamente, fue allí donde el científico pasó los siete años más creativos de su vida.
Y quién sabe si la proximidad a la conocida Torre del Reloj de la ciudad suiza por un lado, las patentes que tuvo que supervisar sobre coordinación de relojes por otro, y la cercanía a la estaciones del ferrocarril por esotro, no fueron auténticas vías de inspiración para él.
Para el autor del libro, podría existir un vínculo entre el conocimiento adquirido en aquella oficina y los resultados teóricos.
De hecho pone muchas veces como modelo para sus explicaciones de la relatividad, la fijación horaria del paso de los trenes.
Como colofón de esta reseña bibliográfica les reproduzco el que estampa el propio autor: “Y fue así como aquel imaginativo e impertinente funcionario de patentes se convirtió en el adivino que leería los pensamientos del creador del cosmos, en el cerrajero que abriría los misterios del átomo y del universo”.
Curiosamente, fue allí donde el científico pasó los siete años más creativos de su vida.
Y quién sabe si la proximidad a la conocida Torre del Reloj de la ciudad suiza por un lado, las patentes que tuvo que supervisar sobre coordinación de relojes por otro, y la cercanía a la estaciones del ferrocarril por esotro, no fueron auténticas vías de inspiración para él.
Para el autor del libro, podría existir un vínculo entre el conocimiento adquirido en aquella oficina y los resultados teóricos.
De hecho pone muchas veces como modelo para sus explicaciones de la relatividad, la fijación horaria del paso de los trenes.
Como colofón de esta reseña bibliográfica les reproduzco el que estampa el propio autor: “Y fue así como aquel imaginativo e impertinente funcionario de patentes se convirtió en el adivino que leería los pensamientos del creador del cosmos, en el cerrajero que abriría los misterios del átomo y del universo”.
Echo de menos los pasatiempos. Por lo demas no está mal.
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