La respuesta, así de entrada, parece evidente: para protegerlo de la luz solar.
Bien, pero, ¿por qué es precisamente de color verde?, y ¿de qué protege al vino?
En un principio, el motivo del color verde proviene del método con el que antiguamente se fabricaban.
Resulta que las primeras botellas eran de color verde olivo, casi translúcido, debido al humo que despedía el carbón de turba que se utilizaba para su fabricación.
O sea que el color del vidrio no tiene nada que ver con la conservación del vino.
Como es sabido, la turba es un material orgánico formado por una masa esponjosa y ligera, de color pardo oscuro, rico en carbono y que se utiliza en la obtención de abonos orgánicos.
También se emplea como combustible y al arder produce un humo verdoso. El mismo que impregnaba al vidrio de las botellas que se fabricaban a su calor.
Más tarde se comprobó que esta obligada coloración del vidrio era beneficiosa para el vino, fuera éste blanco o tinto, ya que lo protegía de la luz. Así que miel sobre hojuelas. Hasta hoy en día.
Por lo que sabemos, en el caso del vino tinto, los rayos ultravioletas oxidan los taninos.
Unas sustancias químicas responsables, en gran medida, del sabor y el color característicos del vino tinto.
A salvo de la luz, portadores de los rayos UV, los expertos dicen que los taninos de la uva y de la madera se 'redondean'.
O lo que es lo mismo, disminuyen los caracteres primarios y aumentan sus notas. Esas que imprimen al vino sabores a frutas secas, a especias y a hierbas silvestres.
El mismo problema presenta el vino blanco que, al ser expuesto a la luz solar, se torna pardo y adquiere un olor fuerte. Para evitarlo, las bodegas envasan sus caldos en botellas tintadas, cuya tonalidad se obtiene añadiendo al sílice, distintos óxidos de hierro y cromo.
Recordemos que la sílice es un compuesto químico de nombre dióxido de silicio y fórmula SiO2, y que nos resulta muy familiar pues se trata de uno de los componentes de la arena.
Entre sus muchas aplicaciones está la fabricación de vidrio.
El vidrio verde detiene mejor al ultravioleta y violeta, deja pasar pocas radiaciones azules y muchas amarillas, además de retener a otras, por lo que el vino queda más protegido.
El color verde absorbe radiaciones, de determinadas frecuencias electromagnéticas, cuyos valores energéticos ocasionarían la rotura de enlaces moleculares, que conducirían a la desaparición y formación de compuestos no deseados en el vino.
Por eso el vino blanco envejece antes en botellas blancas que en botellas coloreadas.
En botellas verdes toman mejor aroma (por el cambio de potencial redox) y están protegidos contra las quiebras cúpricas.
Incluso los vinos tintos se desarrollan mejor en botellas oscuras.
Hoy en día la elección del color del vidrio no tiene tanta importancia y está vinculada, en realidad, a objetivos mercantiles.
Utilizando vidrios de distinto grosor, el color de la botella se elige sobretodo para resaltar el color, los matices y los reflejos de los vinos. Puede variar, desde translúcido a tonos de verde y amarillo.
Bien, pero, ¿por qué es precisamente de color verde?, y ¿de qué protege al vino?
En un principio, el motivo del color verde proviene del método con el que antiguamente se fabricaban.
Resulta que las primeras botellas eran de color verde olivo, casi translúcido, debido al humo que despedía el carbón de turba que se utilizaba para su fabricación.
O sea que el color del vidrio no tiene nada que ver con la conservación del vino.
Como es sabido, la turba es un material orgánico formado por una masa esponjosa y ligera, de color pardo oscuro, rico en carbono y que se utiliza en la obtención de abonos orgánicos.
También se emplea como combustible y al arder produce un humo verdoso. El mismo que impregnaba al vidrio de las botellas que se fabricaban a su calor.
Más tarde se comprobó que esta obligada coloración del vidrio era beneficiosa para el vino, fuera éste blanco o tinto, ya que lo protegía de la luz. Así que miel sobre hojuelas. Hasta hoy en día.
¿Es lo mismo para el vino tinto que el blanco?
Por lo que sabemos, en el caso del vino tinto, los rayos ultravioletas oxidan los taninos.
Unas sustancias químicas responsables, en gran medida, del sabor y el color característicos del vino tinto.
A salvo de la luz, portadores de los rayos UV, los expertos dicen que los taninos de la uva y de la madera se 'redondean'.
O lo que es lo mismo, disminuyen los caracteres primarios y aumentan sus notas. Esas que imprimen al vino sabores a frutas secas, a especias y a hierbas silvestres.
El mismo problema presenta el vino blanco que, al ser expuesto a la luz solar, se torna pardo y adquiere un olor fuerte. Para evitarlo, las bodegas envasan sus caldos en botellas tintadas, cuya tonalidad se obtiene añadiendo al sílice, distintos óxidos de hierro y cromo.
Recordemos que la sílice es un compuesto químico de nombre dióxido de silicio y fórmula SiO2, y que nos resulta muy familiar pues se trata de uno de los componentes de la arena.
Entre sus muchas aplicaciones está la fabricación de vidrio.
En la actualidad
Sabemos cuál es la capacidad que cada color tiene a la hora de filtrar radiaciones. Y así el vidrio incoloro detiene bastante a las ultravioleta, algo a las violeta, pero es atravesado por las demás radiaciones.El vidrio verde detiene mejor al ultravioleta y violeta, deja pasar pocas radiaciones azules y muchas amarillas, además de retener a otras, por lo que el vino queda más protegido.
El color verde absorbe radiaciones, de determinadas frecuencias electromagnéticas, cuyos valores energéticos ocasionarían la rotura de enlaces moleculares, que conducirían a la desaparición y formación de compuestos no deseados en el vino.
Por eso el vino blanco envejece antes en botellas blancas que en botellas coloreadas.
En botellas verdes toman mejor aroma (por el cambio de potencial redox) y están protegidos contra las quiebras cúpricas.
Incluso los vinos tintos se desarrollan mejor en botellas oscuras.
Hoy en día la elección del color del vidrio no tiene tanta importancia y está vinculada, en realidad, a objetivos mercantiles.
Utilizando vidrios de distinto grosor, el color de la botella se elige sobretodo para resaltar el color, los matices y los reflejos de los vinos. Puede variar, desde translúcido a tonos de verde y amarillo.
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