viernes, 24 de abril de 2009

A propósito del móvil (y II)

(Continuación) Además, a esta molestia material se unió una necesidad sentimental. Acababa de nacer su hijo y quería, como es natural, que su familia en Europa lo conociera lo más pronto posible.

Para ello se puso mano a la obra y no tardó mucho en poderle enviar a su familia las fotos del neonato. Personalmente logró conectar con éxito los dos chismes. Así obtuvo el primer prototipo de teléfono móvil con cámara incorporada. Lo que se dice un manitas.

Pero claro, esto ocurrió en 1997, tres años después de lo de la Olympus. Por lo que no fue el primero. Pero no me negarán que su historia es mucho más atractiva y ya saben lo que dice el dicho periodístico: “Nunca permitas que la verdad te estropee una buena noticia”. O lo que es lo mismo. No hay que dejar que la realidad de los hechos se interponga en el camino de una buena historia.

Y hablando de historia
Y volviendo al señor Cooper, inventor del teléfono móvil y autor de la primera llamada inalámbrica de la historia, resulta que a sus ochenta años, el buen hombre, no deja de sorprendernos. En unas recientes declaraciones manifestaba, que la inspiración para trabajar en el desarrollo del teléfono móvil le vino del futurible "comunicador" que utilizaba el capitán Kirk en la serie televisiva Star Trek. Interesante. Un ejemplo más de la fructífera simbiosis entre ciencia y ciencia-ficción.

No, si no voy a estar muy descaminado dedicándome a la cosa ésta de los superhéroes y la ciencia en el blog de mi hijo Alvaro, ya les he hablado de él BlogdeSuperhéroes.es


Unas ideas de futuro
Sin embargo, y a pesar del vertiginoso desarrollo de la tecnología en comunicaciones, el inventor, 36 años después, se siente defraudado por su invento. Por ejemplo, pensó que sería mucho más rápida la relación con el hombre. Que en poco tiempo no existirían los teléfonos fijos y todo el mundo usaría el móvil. Una predicción que va camino de realizarse, al menos en su segunda parte. Los fijos aún siguen existiendo.

Otras ideas suyas sin embargo, parecen tener algo más lejana su fecha de consecución. El señor Cooper pensaba que en unos 15 o 20 años, la gente tendría implantados aparatos en sus cuerpos, que ayudarían a diagnosticar y curar enfermedades. Implantes que medirían de forma periódica determinados parámetros del organismo y lo transmitirían a un médico o a un ordenador, que analizarían los datos y elaborarían un diagnóstico. Todo de forma instantánea e inalámbrica. Creo que aún queda bastante para llegar a eso. Si bien está en camino.

Ideas con broma incluida
Cuenta también que en 1973, estaba tan entusiasmado tras su primera llamada por el móvil que, solía bromear diciendo que los números de teléfono llegarían a ser tan importantes que, en cuanto naciéramos, nos implantarían ya un móvil.

Y que si no respondíamos, nos desconectarían. Que moriríamos, vamos. Sin duda una broma pesada.

En actualidad no bromea, cuando afirma que la idea es que el número de teléfono sea parte de la propia persona. Que llegará el día en el que, simplemente, con pensar en llamar a una persona, el teléfono marque automáticamente su número. No sé qué decirle.

Este nonagenario ingeniero es de la opinión de que aún hay mucho espacio para la tecnología sin cables. No sólo en industrias dedicadas al cuidado sanitario, sino también en las destinadas a la producción de energía.

Consciente del delicado asunto de la duración de las baterías de todos estos dispositivos electrónicos, piensa que sería factible utilizar, como suministro energético, a nuestro propio cuerpo. Que, por otro lado, está generando energía todo el tiempo. Otra cosa es que la podamos aprovechar. Una idea por más interesante, aunque algo visionaria quizás.

Con los pie en la tierra

Pero no crean. Cooper tiene los pies en la tierra. Reconoce que hay obstáculos técnicos, y que a pesar del exponencial crecimiento de las investigaciones, todavía queda mucho por hacer.

Aunque no duda en afirmar que la causa de que sus ideas no estén ya entre nosotros no es la propia tecnología, sino la gente. Nosotros mismos. Nuestro conservadurismo. Para él, la gente es muy conservadora. Unas afirmaciones nada conservadoras, de un joven viejo de 80 años.

Pero que si las dice él, tienen su interés e importancia. No en vano inventó el móvil, que por cierto ¿cómo se dice, móvil o portátil?

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