Aunque no existe consenso, ésa es la verdad, todo apunta a que el origen de este invento es sevillano.
Cuentan los cronistas que en el siglo XVI, los mendigos de la ciudad recogían las colillas de los puros elaborados con hojas de tabaco enrolladas.
Reunían varias y las picaban. Hacían un montoncito y lo liaban en un papelito. Listo, barato y fumable.
Así dicen que nació el cigarrillo o pitillo. Reciclaje ecológico y lujo de nivel, al alcance de los menos pudientes. Sabia Sevilla.
Primera ciudad europea en la que se fumó en público y, curiosamente, también la primera en la que se prohibió su práctica. Como lo leen.
Apoyándose en bulas papales y ordenanzas reales, se alegó que fumar aturdía los cuerpos, enflaquecía la voluntad y condenaba las almas. Ya ven casi nada ha cambiado. Hoy como ayer.
La dignificación pitillera tardó dos siglos en llegar. Vino de la mano de un joven de Virginia (EEUU), que en 1880 patentó un artilugio para liar tabaco, la máquina de Bonsack.
Pero ése es otro invento. En éste, Sevilla tuvo que ser.
Cuentan los cronistas que en el siglo XVI, los mendigos de la ciudad recogían las colillas de los puros elaborados con hojas de tabaco enrolladas.
Reunían varias y las picaban. Hacían un montoncito y lo liaban en un papelito. Listo, barato y fumable.
Así dicen que nació el cigarrillo o pitillo. Reciclaje ecológico y lujo de nivel, al alcance de los menos pudientes. Sabia Sevilla.
Primera ciudad europea en la que se fumó en público y, curiosamente, también la primera en la que se prohibió su práctica. Como lo leen.
Apoyándose en bulas papales y ordenanzas reales, se alegó que fumar aturdía los cuerpos, enflaquecía la voluntad y condenaba las almas. Ya ven casi nada ha cambiado. Hoy como ayer.
La dignificación pitillera tardó dos siglos en llegar. Vino de la mano de un joven de Virginia (EEUU), que en 1880 patentó un artilugio para liar tabaco, la máquina de Bonsack.
Pero ése es otro invento. En éste, Sevilla tuvo que ser.
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