Decíamos que cuando la nube está cargada negativamente y el suelo positivamente, ya estamos en condiciones de que se produzca un rayo.
Es sólo cuestión del valor de la diferencia de potencial que se establezca, entre la parte inferior de la nube y la superficie terrestre.
Si es lo suficientemente alta, se producirá una descarga eléctrica en zigzag, que conocemos como rayo.
Como ya sabrá, este fenómeno eléctrico de descarga que es el rayo, es uno de los espectáculos más extraordinario y peligroso de la atmósfera. (Pulse en la imagen para ver el fenómeno).
Se trata de una enorme chispa, muy parecida a la que se produce en casa cuando desenchufamos un aparato en funcionamiento. Sólo que en el caso del rayo llega a recorrer kilómetros, mientras que en nuestro enchufe sólo lo hace a lo largo de una fracción de milímetros. Cuestión de medidas, que nos diría el poeta.
Por el conocido “efecto punta” se puede explicar el porqué va dirigido, especialmente, hacia los lugares más elevados y puntiagudos. Una particularidad en la que está basado el uso del pararrayo.
De la espectacularidad del fenómeno que conocemos como rayo, hablan los valores de algunas de sus magnitudes físicas. En esta descarga eléctrica:
- se pueden superar los cien millones de voltios, 108 V
- su velocidad se estima en unos ciento cuarenta mil kilómetros por segundo 140 000 km/s
- porta una intensidad de unos 20 000 A
- puede recorrer hasta 13 km y
- provocan a su paso una temperatura de 28 000 ºC.
Unos valores extraordinariamente altos, y sumamente peligrosos, dada la enorme cantidad de energía que implican.
La producción del rayo es imprevisible e impronosticable siendo, por lo general, su trayectoria sinuosa, dado que siempre busca el camino menos resistente a través de la atmósfera. Es la ley de la economía de la naturaleza.
Cuando el aire de la atmósfera está cargado con gotitas de agua se vuelve más conductor de la electricidad y constituye el camino de menor resistencia al rayo. En realidad el aire es un mal conductor eléctrico. De hecho, en no pocas ocasiones, es utilizado como aislante térmico en las ventanas.
Se estima que a través del aire, son necesarios unos 10 000 V para avanzar un solo centímetro; por lo que el rayo que, como hemos dicho, viaja kilómetros necesita los millones de voltios de los que también hablamos antes.
Pero ¡ojo! No es al propio rayo al que vemos en el cielo. La cosa es algo más compleja. Por ahora sepa que lo que vemos es al relámpago, ¿pero qué es un relámpago?.
Es sólo cuestión del valor de la diferencia de potencial que se establezca, entre la parte inferior de la nube y la superficie terrestre.
Si es lo suficientemente alta, se producirá una descarga eléctrica en zigzag, que conocemos como rayo.
Como ya sabrá, este fenómeno eléctrico de descarga que es el rayo, es uno de los espectáculos más extraordinario y peligroso de la atmósfera. (Pulse en la imagen para ver el fenómeno).
Se trata de una enorme chispa, muy parecida a la que se produce en casa cuando desenchufamos un aparato en funcionamiento. Sólo que en el caso del rayo llega a recorrer kilómetros, mientras que en nuestro enchufe sólo lo hace a lo largo de una fracción de milímetros. Cuestión de medidas, que nos diría el poeta.
Por el conocido “efecto punta” se puede explicar el porqué va dirigido, especialmente, hacia los lugares más elevados y puntiagudos. Una particularidad en la que está basado el uso del pararrayo.
De la espectacularidad del fenómeno que conocemos como rayo, hablan los valores de algunas de sus magnitudes físicas. En esta descarga eléctrica:
- se pueden superar los cien millones de voltios, 108 V
- su velocidad se estima en unos ciento cuarenta mil kilómetros por segundo 140 000 km/s
- porta una intensidad de unos 20 000 A
- puede recorrer hasta 13 km y
- provocan a su paso una temperatura de 28 000 ºC.
Unos valores extraordinariamente altos, y sumamente peligrosos, dada la enorme cantidad de energía que implican.
La producción del rayo es imprevisible e impronosticable siendo, por lo general, su trayectoria sinuosa, dado que siempre busca el camino menos resistente a través de la atmósfera. Es la ley de la economía de la naturaleza.
Cuando el aire de la atmósfera está cargado con gotitas de agua se vuelve más conductor de la electricidad y constituye el camino de menor resistencia al rayo. En realidad el aire es un mal conductor eléctrico. De hecho, en no pocas ocasiones, es utilizado como aislante térmico en las ventanas.
Se estima que a través del aire, son necesarios unos 10 000 V para avanzar un solo centímetro; por lo que el rayo que, como hemos dicho, viaja kilómetros necesita los millones de voltios de los que también hablamos antes.
Pero ¡ojo! No es al propio rayo al que vemos en el cielo. La cosa es algo más compleja. Por ahora sepa que lo que vemos es al relámpago, ¿pero qué es un relámpago?.
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