En la imagen el Cristo muerto (1501) de Andrea Mantegna, que se puede admirar en la pinacoteca de Brera, en Milán.
Este óleo pasa por ser una de las mejores representaciones pictóricas de la muerte. Que es como decir Tánatos, la diosa que nunca tuvo templos ni sacerdotes.
El color, símbolo de vida, está anulado en esta pintura casi monocroma. De la cara de Cristo poco que decir. Aún refleja la soledad y el sufrimiento.
La tragedia de la muerte a veces es así, al transformar la vida en destino.
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
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