(Continuación) Una vieja y conocida máxima periodística advierte al profesional de la comunicación: “No permitas que la verdad te estropee una buena noticia”.
O lo que es lo mismo, ¿quién se cree que es la verdad, para interponerse entre tú y un buen reportaje? Una advertencia.
Con cierto retraso traigo esta cita a colación, una vez que han acabado estos Juegos Olímpicos que empezaron a las ocho horas, del día ocho, del mes ocho, del año dos mil ocho. La verdad es que dicho así parece una galimatía. Pero no.
Se trata de una fecha redonda y está cargada de bondades, beneficios y buena suerte. O al menos eso es lo que nos contaron los chinos. Pero ya les advertí, parece que una cosa es la noticia y otra la verdad.
De la noticia, lo dicho y publicado. La fecha fue escogida por el Comité Organizador Chino, ya que se la consideraba toda una garantía de éxito. Y es que el número ocho, en esa sociedad, es el número por antonomasia de la buena suerte. Bueno, pues bien. Si ellos lo creen así, ellos sabrán.
A modo de prueba, de lo que de mágica tenía la fecha, la prensa informó que unas 8 000 parejas la eligieron para casarse ese día. De hecho las autoridades se vieron obligadas a crear un registro especial, que se tuvo que poner a celebrar bodas… ¡a las seis de la mañana del sábado!
¡Qué mejor demostración de que el ocho es sinónimo de fortuna en China, el hecho de que ocho mil parejas de novios (ocho también, no me digan) y el comité olímpico coincidieran!
Yo, si les digo la verdad, no acabo de comprender el valor de la prueba. No me queda claro si se casaron por la redondez de la fecha, o porque ese día empezaban los JJOO y aprovecharon la ocasión. De dónde la causa, de dónde el efecto.
Pero en fin, ya les digo, si ellos creen en eso, pues está bien escogido el día. Sólo encuentro una objeción. La fecha será todo lo simbólica que ellos quieran, crean o quieran creer, lo malo es que ésa no fue la prevista en realidad por ellos. Que no la eligieron, vamos. Así como lo leen.
De la verdad de esta historia, casi nada se ha dicho y menos aún publicado. En realidad el Comité Organizador Chino presentó en 2001 un programa para los Juegos, que fechaba la ceremonia de apertura el 25 de julio y la de clausura el 10 de agosto.
Con posterioridad, en 2003, pidió un cambio. Esa quincena coincidía con la época de meteorología más adversa en Pekín, por lo que solicitaron al COI autorización para retrasar los juegos tres semanas.
De esta forma se inaugurarían el 15 de agosto, con menos calor, menos humedad y menos riesgo de tormentas. Parecía razonable, por lo que esperaban la aprobación. Sin embargo, como ya sabemos, no fue así ¿Cuál fue la razón? (Continuará).
O lo que es lo mismo, ¿quién se cree que es la verdad, para interponerse entre tú y un buen reportaje? Una advertencia.
Con cierto retraso traigo esta cita a colación, una vez que han acabado estos Juegos Olímpicos que empezaron a las ocho horas, del día ocho, del mes ocho, del año dos mil ocho. La verdad es que dicho así parece una galimatía. Pero no.
Se trata de una fecha redonda y está cargada de bondades, beneficios y buena suerte. O al menos eso es lo que nos contaron los chinos. Pero ya les advertí, parece que una cosa es la noticia y otra la verdad.
De la noticia, lo dicho y publicado. La fecha fue escogida por el Comité Organizador Chino, ya que se la consideraba toda una garantía de éxito. Y es que el número ocho, en esa sociedad, es el número por antonomasia de la buena suerte. Bueno, pues bien. Si ellos lo creen así, ellos sabrán.
A modo de prueba, de lo que de mágica tenía la fecha, la prensa informó que unas 8 000 parejas la eligieron para casarse ese día. De hecho las autoridades se vieron obligadas a crear un registro especial, que se tuvo que poner a celebrar bodas… ¡a las seis de la mañana del sábado!
¡Qué mejor demostración de que el ocho es sinónimo de fortuna en China, el hecho de que ocho mil parejas de novios (ocho también, no me digan) y el comité olímpico coincidieran!
Yo, si les digo la verdad, no acabo de comprender el valor de la prueba. No me queda claro si se casaron por la redondez de la fecha, o porque ese día empezaban los JJOO y aprovecharon la ocasión. De dónde la causa, de dónde el efecto.
Pero en fin, ya les digo, si ellos creen en eso, pues está bien escogido el día. Sólo encuentro una objeción. La fecha será todo lo simbólica que ellos quieran, crean o quieran creer, lo malo es que ésa no fue la prevista en realidad por ellos. Que no la eligieron, vamos. Así como lo leen.
De la verdad de esta historia, casi nada se ha dicho y menos aún publicado. En realidad el Comité Organizador Chino presentó en 2001 un programa para los Juegos, que fechaba la ceremonia de apertura el 25 de julio y la de clausura el 10 de agosto.
Con posterioridad, en 2003, pidió un cambio. Esa quincena coincidía con la época de meteorología más adversa en Pekín, por lo que solicitaron al COI autorización para retrasar los juegos tres semanas.
De esta forma se inaugurarían el 15 de agosto, con menos calor, menos humedad y menos riesgo de tormentas. Parecía razonable, por lo que esperaban la aprobación. Sin embargo, como ya sabemos, no fue así ¿Cuál fue la razón? (Continuará).
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