domingo, 8 de junio de 2008

¿Por qué nos ciega el flash?

(Continuación) Cualquier clase de luz que llegue a nuestros ojos puede estimular una proteína llamada púrpura retiniana o rodopsina.

Es el pigmento visual de los bastones presente en las células retinianas de la mayoría de vertebrados e insectos.

Las moléculas de esta proteína reaccionan generando un impulso eléctrico que es transmitido al cerebro a través del nervio óptico.

Si la luminosidad es normal, nuestras retinas disponen de suficiente rodopsina para funcionar sin sobresaltos.

En cambio cuando es afectada por un exceso lumínico, como el de un flash fotográfico o el que se produce al mirar directamente al Sol, dichas moléculas fotosensibles estimulan el nervio en exceso.

Lo saturan y es el origen de una momentánea ceguera. Que no es más que el tiempo que invierte nuestra púrpura retiniana en recomponerse del fogonazo.

A modo de apunte, la rodopsina fue descubierta en 1877 por el fisiólogo alemán F. Boll, cuando investigaba sobre el color rojo púrpura inicial de un pigmento en la retina de las ranas, que se perdía por acción de la luz.

Este proceso de la decoloración producía primero una retina amarilla y después una incolora.

Un año más tarde, otro científico alemán, W. Kuhne, aisló el pigmento rojo púrpura y lo llamó púrpura visual o retiniana.

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