Aparecen formuladas por primera vez en el relato ‘Runaround’, publicado en Astounding Science Fiction en marzo de 1942.
Unas leyes imaginarias propuestas por Isaac Asimov, para controlar el comportamiento de los robots.
Y aunque estarían impresas en los circuitos positrónicos de sus cerebros, como formulaciones matemáticas, sin embargo, la forma en la que se enuncian sólo es convencional.
Con ellas se intenta evitar la aparición de robots asesinos. O cuanto menos, desobedientes.
Sin embargo, Campbell dice que no. Y sostiene que Asimov ya las traía pensadas. Que lo que hicieron es darle entre los dos un aspecto más formal. A lo que Asimov contesta que no. Que fue…
En fin. Vaya usted a saber quien dice la verdad. Por lo que sé, estos dos fueron dos cachondos (perdonen) además de amigos, de forma que nos quedamos sin saber la verdad. Y lo cierto es que poco importa.
Porque lo que interesa es, que estén. Ahí van sus enunciados:
- Primera Ley: “Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que éste sea dañado”.
- Segunda Ley: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley”.
- Tercera Ley: “Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley”.
Con posterioridad, en 1984, Asimov amplió esta legislación robótica con una más.
La quiso mostrar como una reflexión filosófica-positrónica de los robots de última generación. Los más sofisticados.
Está considerada como una ley definitiva, con prioridad sobre las anteriores, por lo que la llamó la Ley Cero.
Se puede encontrar en ‘Robots e Imperio’, una novela que combina el misterio y la ciencia ficción. Su enunciado podría ser:
- Ley Cero: “Un robot no puede realizar ninguna acción, ni por inacción permitir que nadie la realice, que resulte perjudicial para la humanidad, aun cuando ello entre en conflicto con las otras tres leyes”.
Un tipo genial este Isaac Asimov. Pero este ingenioso sistema de órdenes robóticas nos recuerda mucho, y lo que es peor, sospechosamente, la idea fundamental de todas las religiones: “No tendrás otro Dios que Yo”.
Por lo que, precaución. Lo dejaremos aquí, por ahora. Porque, además, está lo de los cerebros positrónicos. Sí. Habrá que volver sobre este asunto.
Unas leyes imaginarias propuestas por Isaac Asimov, para controlar el comportamiento de los robots.
Y aunque estarían impresas en los circuitos positrónicos de sus cerebros, como formulaciones matemáticas, sin embargo, la forma en la que se enuncian sólo es convencional.
Con ellas se intenta evitar la aparición de robots asesinos. O cuanto menos, desobedientes.
Cuestión de autoría
No está claro de quien son las leyes. Asimov se las atribuye a su buen amigo y editor John W. Campbell quien, dice él, se las contó en una conversación que sostuvieron el 23 de diciembre 1940.Sin embargo, Campbell dice que no. Y sostiene que Asimov ya las traía pensadas. Que lo que hicieron es darle entre los dos un aspecto más formal. A lo que Asimov contesta que no. Que fue…
En fin. Vaya usted a saber quien dice la verdad. Por lo que sé, estos dos fueron dos cachondos (perdonen) además de amigos, de forma que nos quedamos sin saber la verdad. Y lo cierto es que poco importa.
Porque lo que interesa es, que estén. Ahí van sus enunciados:
- Primera Ley: “Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que éste sea dañado”.
- Segunda Ley: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley”.
- Tercera Ley: “Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley”.
Y una más
Con posterioridad, en 1984, Asimov amplió esta legislación robótica con una más.
La quiso mostrar como una reflexión filosófica-positrónica de los robots de última generación. Los más sofisticados.
Está considerada como una ley definitiva, con prioridad sobre las anteriores, por lo que la llamó la Ley Cero.
Se puede encontrar en ‘Robots e Imperio’, una novela que combina el misterio y la ciencia ficción. Su enunciado podría ser:
- Ley Cero: “Un robot no puede realizar ninguna acción, ni por inacción permitir que nadie la realice, que resulte perjudicial para la humanidad, aun cuando ello entre en conflicto con las otras tres leyes”.
Un tipo genial este Isaac Asimov. Pero este ingenioso sistema de órdenes robóticas nos recuerda mucho, y lo que es peor, sospechosamente, la idea fundamental de todas las religiones: “No tendrás otro Dios que Yo”.
Por lo que, precaución. Lo dejaremos aquí, por ahora. Porque, además, está lo de los cerebros positrónicos. Sí. Habrá que volver sobre este asunto.
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