jueves, 26 de abril de 2018

Satélites galileanos. Calisto

(Continuación) En la superficie de Ganímedes, y sobre un fangoso manto, flota una corteza de hielo de unos ciento cincuenta kilómetros (150 km) de grosor, bajo el que se extiende un oceáno con una profundidad de alrededor de cien kilómetros (100 km), es decir una diez (10) veces más profundo que los de la Tierra.

Gracias a su núcleo de hierro (Fe) este satélite tiene su propio campo magnético, y en su superficie se aprecian pequeños y muy poco profundos cráteres, junto a una atmósfera con oxígeno O2 (g). Una capa tan tenue y delgada que resulta incapaz de sostener sistemas de vida tal como los conocemos en nuestro planeta.
Por cierto que Ganímedes es la única luna de Júpiter con nombre masculino, la única. Y lo dejo aquí por paradójico, para pasar a una curiosidad científica relacionada con los tres primeros satélites galileanos citados y que es conocida como la resonancia de Laplace.


   Resonancia de Laplace
Naturalmente me refiero al astrónomo, físico y matemático francés Pierre-Simon Laplace (1749-1827) continuador de la mecánica newtoniana, autor de Exposition du système du monde (1796) donde revela su hipótesis nebular sobre la formación del sistema solar y supuesto protagonista de la mítica frase: “Sire, no he tenido necesidad de semejante hipótesis”.
Y que utiliza como respuesta al comentario que le hace Napoleón, mientras hojeaba la obra en cinco volúmenes que le acababa de presentar, Traité de mécanique céleste, escrito entre 1798 y 1825. El diálogo pudo ser más o menos así.
“Monsieur Laplace, me cuentan que ha escrito este gran libro sobre el sistema del universo, sin haber mencionado ni una sola vez a su Creador”. Fue cuando el científico se dejó caer con el “Sire, no he tenido....
Bueno pues parece ser que, más o menos por esas fechas, Laplace se percató de una curiosidad orbital de los tres satélites mediceos. Mirando sus periodos de revolución resulta que mientras el de mayor órbita, Ganímedes, el más exterior da una (1) vuelta, el siguiente, Europa, da dos (2) y el más interior, Ío, da cuatro (4).
Una relación que se puede expresar como fracción de números enteros sencillos 1:2:4 y que está relacionada con el término resonancia y los movimientos periódicos.
Calisto o Júpiter IV
De los galileanos, Calisto, es el satélite más alejado de Júpiter y el cuerpo celeste con más cráteres de impacto de todo nuestro Sistema Solar. Una peculiaridad que unida al hecho de no presentar ninguna actividad geológica en su superficie cubierta de hielo, nos lleva a pensar que “murió” hace mucho tiempo. Se le estima una edad de unos cuatro mil millones (4 000 000 000) de años, algo más joven que la Tierra.
Por tamaño Calisto es la tercera luna más grande de nuestro sistema solar y dado su alejamiento de Júpiter y la consiguiente menor carga de radiación procedente del planeta gigante, se le considera como más adecuado para una posible exploración humana que Europa. De su atmósfera sabemos que está compuesta principalemente por dióxido de carbono, CO2 (g). (Continuará)
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