sábado, 16 de diciembre de 2017

Jerga futbolera (y 2)

(Continuación) Por eso, todo lo que suceda a partir de ese minuto cuarenta y cinco no lo hace en el tiempo de descuento, sino en el tiempo añadido. Una distinción que debería ser tenida en cuenta, aunque sólo sea por amor al castellano y rechazo al lenguaje del disparate deportivo.
Un páramo lingüístico plagado de expresiones “micheleras”, para el que un patadón defensivo es un “despeje demagógico” y “tener buenas sensaciones” es más importante que ir ganando. Ejemplos ellos de cursilerías clamorosas. Claro que otros tampoco se quedan atrás y a las pruebas me remito. En esta ocasión digo el pecado, y dejo para ustedes el nombre del pecador.
Ahí van algunas: los delanteros no meten goles, sino que “certifican”; nadie hace sino que todos “desarrollan y registran”; se juega en la medular, donde el centrocampista que no tiene visión del juego “no proyecta” o los defensas “arrebañan”, cuando no hacen un “despejamiento”. En fin que “el furbo es furbo”.
Para llegar al “resultado inalterable”. También es frecuente oír en los medios “...continúa inalterable el resultado inicial de cero a cero...” y lo cierto es que al hacerlo, parece que entendemos lo que quiere decir. Sí, por supuesto. Pero si en vez de oírlo lo escuchamos, les supongo al tanto de que no son exactamente lo mismo, entonces la cosa no parece ya tan entendible. Verán porqué.
Para empezar, si resulta que “continúa inalterable, condición de todo aquello que no es susceptible de ser alterado, entonces qué hacen todos allí. Desde los futbolistas hasta los árbitros, pasando por todos los auxiliares y el mismo público. Alguien debería decirles que se fueran a sus casas, que estando esperando algo que no puede suceder, por propia definición. Vamos que están haciendo el ridículo.
Y acabando porque si se trata del “resultado inicial, es decir, que al comienzo (lo llama inicio) del partido ya se ha producido el resultado, entonces, ¿para qué los jugadores corren y cobran, el público chilla y paga y los árbitros sudan y se juegan el pellejo? Pues para nada.
Estarán conmigo que es una abdicación del sentido común, una agresión a la ortodoxia semántica y sintáctica, no muy diferente a la de “disparar al palo corto o al corto”.
Unas expresiones que para algunos juglares futboleros representan el poste más cercano o alejado visto, claro, desde su posición. Es evidente que para estos iluminados geómetras las porterías no delimitan un rectángulo sino un trapecio.
Una ignorancia graciosa como las gracias ignorantes del inefable Michel, con algunas de cuyas perlas les dejo: “no ha sido gol porque se ha ido fuera”; “una máxima del fútbol es que para atacar hay que tener el balón”; “como sigan a este ritmo de partido no van a durar ¡ni tres horas!” ¡Cómo se quedan!
“No cabe duda de que si quiere meter un gol, el balón tiene que ir entre los tres palos”; “es un partido de ataque voraz que se ha instalado en el cerocerismo”; “el Chelsea está atacando de manera reivindicativa”; “si meten un gol más que el rival, ganan”.
Un iluminado del idioma, oiga, el tal Michel. El furbo es asín, que dijo el otro.  


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