viernes, 20 de octubre de 2017

Tiempo, amor y muerte: Eros

(Continuación)Tiempo, amor y muerte, tres temáticas potentes y fecundas donde las haya, que como pocos ignoran resultan ser recurrentes, atractivas e inevitables en poesía. Bueno, en puridad hay quien añade otra, las moscas, que quizás por ser tan familiares no han tenido un “digno cantor” o sí. 
A lo mejor no hay nada más poético que las moscas... Pero ése es otro asunto que no toca hoy. Así que vayamos a los que nos traen -Kronos, Eros y Thánatos-, y continuamos con el segundo, Eros.

¿Qué me quieres amor?
Un inquietante inquirir que implica variadas respuestas porque, ¿qué amor es el que le quiere? ¿Cuál es ese?
Me viene a la memoria, lo releí no hace mucho, el nostálgico amor lejano del trovador y poeta aquitano J. Rudel (1113-1170). La historia nos dice que fue un gentilhombre del siglo XII que se enamoró perdidamente de la princesa de Trípoli, sin haberla visto. La quiso podríamos decir como de oído, en la distancia, sólo por las cosas que oyó de ella: su discreción, su laboriosidad, su belleza, etcétera.
Tanto, tanto, amor despertó en su imaginación la lejana lejanía, que le compuso infinidad de versos hasta que, no pudiendo soportar más el alejamiento, embarcó para conocerla. Y cuentan que en plena travesía hacia Trípoli, enfermó y que fue entonces la princesa quien, conocedora de su historia se acercó hasta su lecho de muerte, lo acompañó e hizo enterrar con gran boato y ceremonia.
Una atractiva forma de querer sin duda que, quieras que no, le evitó una de las principales dificultades que, a qué dudarlo y a la larga, presenta el amor. Sí, lo que está pensando, la convivencia diaria. La misma que nos evidencia que a veces, el amor, tan pronto como viene se va. Que suele llegar apabullando, sí, pero que también se va aullando.

Bien nos los dice nuestro escritor del Siglo de Oro, Francisco de Quevedo (1580​-1645): “Es hielo abrasador, es fuego helado, / es herida que duele y no se siente, / es un soñado bien, un mal presente, / es un breve descanso muy cansado”.  Bellísimos los oximorones.
Vamos que empieza por imbuirnos, termina por engullirnos y en el ínterin pasa de los excesos a los defectos, tal vez todo esto porque sobrevaloremos el objeto en el cual depositamos nuestra libido. Quizás por eso no debamos confiar jamás en el amor. Como dice el poeta pesimista: “Enamórate de alguien que te ame. No te enamores del amor, enamórate de alguien que esté enamorado de ti”. Realista Eros.
Adenda cultureta
Desde el campo de mitología griega algo hemos escrito sobre este dios responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, por ende un dios de la fertilidad, de modo que no insisto.Pero de lo que no hemos dicho ni media palabra es de la acepción del término Eros, dentro del campo de la psicología social, y que ahora diremos. 
Por lo que tengo leído, en esta rama de la psicología algunos exégetas diferencian hasta seis (6) formas arquetípicas de comportamiento amoroso, de las que tres (3) pertenecen a lo que llaman amor primario y las otras tres (3) al amor secundario. Por si les interesa Eros es de los primarios. Y hasta aquí la psicología de Eros, lo dicho, media palabra.
En la ciencia del espacio que es la astronomía, la palabra Eros también juega su papel pues es el nombre de un asteoride, el número 433 que forma parte de los conocidos como Asteroides Amor, y de esto sí hay algo escrito. (Continuará)



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