martes, 24 de octubre de 2017

‘En L’An 2000’: Calefacción con radio

(Continuación) Es una tarjeta postal más de la serie de ilustraciones francesas que se realizaron en 1899, 1900, 1901 y 1910, si bien éstas nunca se llegaron a distribuir. Unas en las que se representaban aquellos avances científicos que Jean-Marc Côté y otros artistas se imaginaban se lograrían para el año 2000, el fin del siglo XX.
 Un gran esfuerzo imaginativo por parte de los artistas en todas ellas, de los cambios que dichos avances producirían en la sociedad, si bien en algunos de ellos su visión de futuro conmueve por su ingenuidad científica. Como es el caso de la postal de hoy, en cuyo pie podemos leer Calefacción de radio y en su ilustración ver una agradable y “calentita” escena familiar.
No es que haya realizado una investigación exhaustiva, no es el caso, pero es más que probable que lo que tienen ante sus ojos sea la primera vez en la historia, en la que se sugiere el uso de energía nuclear con fines pacíficos. Lo que está bien, ya saben que no todos los usos han sido con esa finalidad.
Pero, siempre hay un pero en el cesto de la ciencia y la tecnología, por esos años, el conocimiento humano sobre el fenómeno de la radiactividad era poco más que incipiente y se desconocía casi todo. Por ejemplo sus perjudiciales efectos.
Desde hace ya tiempo, y por la elemental ciencia bachillera, sabemos que fue en 1896 cuando el físico francés Henri Becquerel (1852-1908) descubría, quizás por serendipia, que ciertas sales de uranio emiten radiaciones de manera espontánea, así que él es el descubridor del fenómeno de la radiactividad.
Apenas dos años después, en 1898, el matrimonio Marie (1867-1934) y Pierre (1859-1906) Curie, descubrían la sustancia radio (Ra) que sería aislado con posterioridad en 1910.
De modo que era imposible que en aquellos tiempos que se elaboraron las tarjetas, se tuviera conciencia de la peligrosidad de la radioactividad. Y que se supiera que una determinada cantidad de radio, la suficiente para calentar la habitación, lo fuera también como para matar a todos sus ocupantes.
Pero lo realmente curioso de la situación es la idea de colocar la sustancia radiactiva radio, dentro de una chimenea y que ese mero hecho sirviera de calefacción.
Es como si trasladaran el concepto termodinámico de calefacción, por el tradicional método de quemar leña para obtener térmica, al de calefacción radiactiva por un desconocido método a base de radio. (Continuará)

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