jueves, 11 de mayo de 2017

'Noli tangere circulos meos' (I)

Nos consta que los avatares hicieron de los últimos años de Arquímedes (282-212 a.C.) una época poco tranquila. Según cuenta Plutarco, en su libro Vidas paralelas, a la muerte de Hierón II la ciudad de Siracusa sufrió el ataque de Roma.
Lo mandaba el general Marcelo al frente de una poderosa flota. La idea era que su conquista no fuera más que una breve batalla. Más de sesenta (60) quinquerremes y una enorme plataforma formada por ocho (8) galeras unidas, constituían el magnífico ejército situado frente a la ciudad siciliana.
Sí. Todo parecía perdido para Siracusa.
Pero no contaban con un detalle. La inteligencia de Arquímedes y el plan que elaboró para defenderla.
El general Arquímedes
Porque actuó como todo un ingeniero militar. Primero reforzando sus murallas y, después, diseñando unas maravillosas máquinas bélicas: catapultas para lanzar piedras; grúas provistas de ganchos y poleas, capaces de volcar los barcos romanos; escorpiones de corto alcance que arrojaban lanzas, etcétera.
Incluso, dice la leyenda, dispositivos ópticos capaces de incendiar las velas y cascos de las galeras romanas. Aunque esta cuestión de los espejos incendiarios no parece estar clara.
Empezando porque es un relato que no se encuentra en todos los cronistas de la Antigüedad. Y acabando porque, junto con los estudios de René Descartes (1596-1650), el también francés Marin Mersenne (1588-1648) y, ya en el siglo XX, Dennis Simms invitan a pensar en sólo una existencia fabulada.
Pero de otro lado las experiencias de Kircher, Bufón y Sakkas apoyan su existencia. Así que en esas estamos.
En cualquier caso, fueran las que fueran las armas empleadas, el resultado es que frenaron el ataque y crearon un permanente, y sorprendente, estado de pánico y terror en las tropas romanas. El inicialmente previsto como rápido y corto asalto, pasó a ser un lento y dilatado sitio.
Tanto que hizo decir a Marcelo: “Pareciera que los romanos hacían la guerra a los dioses”.
El asedio duró casi tres (3) años y acabó con la toma de Siracusa, según cuenta la leyenda, debido a la traición de algunos de sus ciudadanos. Pero no parece que fuera así. (Continuará)



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