lunes, 20 de marzo de 2017

Primavera 2017. Inicio astronómico (2)

(Continuación) Estas fechas de novilunio digo, salvo que lo que pretendamos observar sea, por razones obvias, la propia Luna. Con grandes prismáticos o con un pequeño telescopio, dotados eso sí de un filtro lunar adecuado, podremos observar y con gran detalle su relieve en plenilunio.
Una magnífica forma de hacerlo es observándola cada noche, mientras va aumentando su iluminación; así podrá apreciar cómo van apareciendo, en cada sesión, nuevos accidentes orográficos.
Una práctica aconsejable. Y con su permiso abro un paréntesis.
De las fases lunares
Ya de la que va, y a propósito de las fases lunares, me he referido a dos. Pero nadie ignora que nuestro único satélite tiene cuatro fases. Pasa, por así decirlo, por cuatro (4) momentos fáciles de diferenciar visualmente.
Luna llena, cuando está completamente iluminada. Luna menguante, iluminada sólo en parte, es cuando tiene forma de letra C. Luna nueva, cuando está totalmente oscura y Luna creciente, iluminada sólo en parte, es cuando tiene forma de letra D.
Y precisamente, entre fase y fase lunar, transcurren, aproximadamente, siete (7) días.
Que es, mire por usted dónde, lo que dura una semana de las que juntando cuatro encajan, casi, casi, con un ciclo lunar. Lo que no fue una mala forma de medir el tiempo en la antigüedad. Vamos que de hecho dio lugar al calendario lunar.
Dicho esto cierro el paréntesis y sigo.
En novilunio, aprovechando la mayor oscuridad de la noche que nos proporciona la Luna, y sin telescopio, se puede intentar ver nebulosas de emisión como: el complejo de nebulosas de Orión (Messier 42 y 43), el grupo de las estrellas Pléyades y el resto de supernova conocido como la nebulosa del Cangrejo (Messier 1).
Y si disponemos de prismáticos, también se pueden ver las lunas más brillantes de Júpiter e incluso hacer un recorrido por la franja estrellada que constituye la Vía Láctea. Suerte.
Sobre la actividad solar
De la actividad del Sol -caracterizada por la presencia en su superficie de manchas, fulguraciones y protuberancias, y que en la Tierra produce alteraciones en la propagación de las ondas de radio y una mayor presencia de auroras polares- de ésa, de la actividad solar, decir casi lo de siempre.
Ya saben que sigue un periodo aproximado de once (11) años, y que está asociada al ciclo magnético del Sol. Actualmente nos encontramos en el ciclo solar número veinticuatro (24), que comenzó en diciembre de 2008 y alcanzó su máximo durante la primavera del pasado año 2014.
Según las estimaciones realizadas por NOAA y Space Weather Prediction Center, durante esta primavera, el número de manchas solares decrecerá alcanzando valores comprendidos entre catorce (14) y treinta y tres (33).
Gráficas con el número de manchas solares en los últimos años y predicciones de la evolución del ciclo 24 pueden encontrarse en: NOAA / NWS Space Weather Prediction Center (http://www.swpc.noaa.gov/products/solar-cycle-progression).
Del alargamiento de los días y el cambio de hora
Sabemos por propia experiencia vital, que es en esta época del año, cuando los días se “alargan” de forma más rápida. (Continuará)



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