miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Adónde van los globos de helio que se les escapan a los niños? (2)


Le ballon por ddbparis
(Continuación) Que en principio es posible saber dónde acaba su viaje el globo fugitivo les decía, y no porque lo dijera un servidor de ustedes, sino basado en una investigación científica llevada a cabo tanto desde el campo teórico como del empírico.
No necesito decirles que nos adentramos en el nudo de la estructura literaria de la respuesta.
Nudo: ‘Trajectories of Rubber Balloons used in Balloon Releases: Theory and Application’
Con ese descriptivo título fue publicado en el 2011, el trabajo del científico alemán Patrick Glaschke, llevado a cabo para calcular, con la mayor precisión posible, las trayectorias que seguirían unos globos aerostáticos.
En concreto los que se utilizan para la observación de la atmósfera, la monitorización de la contaminación en una ciudad, el estudio del tráfico, y cosas así. Lo que, estarán conmigo, tiene toda la pinta de parecer algo de lo más razonable y conveniente.
Glaschke desarrolló un software basado en un modelo termodinámico de interacción entre globo y entorno, que era capaz de simular dónde iría a parar aquél, con solo introducir sus características físicas (naturaleza y estructura) y las meteorológicas de la zona donde se abandonaba.
A partir de ahí el programa realizaba una estimación de la trayectoria que seguiría el globo, et voilà. Pues dicho y hecho.
Y en principio, si las condiciones meteorológicas reales coincidían con las introducidas, los resultados experimentales obtenidos se parecían, de manera significativa, al dado por la simulación de la computadora.
Es decir la praxis validaba a la teoría. Lo que estaba bien, era un buen comienzo. De estos ensayos precisamente proceden los datos que les adelanté en unas entradas anteriores ¿recuerdan?
Por ejemplo que el fugitivo globo de helio del niño puede subir a más de diez kilómetros (10 km) de altura, permanecer en el aire más de un día (24 horas) y recorrer en ese tiempo una distancia superior a los tres mil kilómetros (3 000 km). Sorprendente pero es como lo leen.
Sin embargo eso es si se dan las condiciones atmosféricas previstas, algo que por desgracia casi nunca ocurre. Además, además, nada es como parece a primera vista.
Objeciones procedimentales
Han de saber que Patrick Glaschke, para validar su software de simulación utilizó una muestra de tan solo siete (7) globos de los que había colgado una pequeña tarjeta para la toma de datos. Una vez con ellos en su poder, los introdujo en el programa informático que, tras procesarlos, arrojó unos resultados.
Sólo quedaba compararlos con los obtenidos en la realidad por los globos. Son los que aparecen reflejados en la tabla, a la izquierda los datos de la tarjeta y a la derecha los suministrados por el programa Basta con compararlos y sacar conclusiones.
Aunque el procedimiento científico de validación adolece de algunos errores metodológicos (bajo valor numérico de la muestra, tipo de tratamiento estadístico empleado, interpretación causal realizada), en la gráfica podemos observar cierta concordancia entre lo previsto en teoría y lo observado en las experiencias. Así que bien. (Continuará)



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