miércoles, 7 de diciembre de 2016

´Doodle’ de Ole Romer (1)

Que es como decir el de la determinación de la velocidad de la luz (c). Porque tal día como hoy de hace trescientos cuarenta (340) años, es decir el 7 de diciembre de 1676, el hombre medía de forma válida la velocidad de la luz.

Lo hizo el astrónomo danés Ole Christensen Romer (1644-1710), resolviendo así la gran duda de uno de los grandes, Galileo Galilei (1564-1642) padre de la astronomía y de la física moderna quien, a diferencia de sus contemporáneos, pensaba que ésta no era infinita.

Es decir, no tenía un desplazamiento instantáneo y, naturalmente, se propuso demostrarlo midiéndola.

Pero el pisano no pudo, como tampoco pudieron otros tantos que se pusieron manos a la obra. Eran muy altas, tanto la velocidad de la luz como la limitación técnica de los relojes de la época.

Y hubo que esperar al danés, que tuvo la feliz idea de medirla pero fuera de la Tierra, donde las distancias a recorrer podían ser mayores y, por tanto, las estimaciones cuantitativas de su rapidez, más fiables.

Para ello se fijó en el quinto planeta más próximo al Sol, Júpiter, y en uno de sus cuatro (4) satélites galileanos descubiertos en 1610 por el físico y astrónomo, saber: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto. En concreto en el primero de ellos, Ío.

Por eso el homenaje que le hace el buscador más famoso de la Red, en la ya conocida y personalizada forma de doodle animado, para celebrar el 340 º aniversario de la determinación de la velocidad de la luz, nos muestra a un Rømer caminando pensativo, mientras mira por un telescopio y observa un péndulo.

Además en la animación podemos ver que las dos letras “o” de Google, han sido sustituidas por nuestra estrella el Sol, los planetas Tierra y Júpiter, y el satélite de éste, Ío. Un recurso frecuente.

Y hasta aquí.

Ya que la reseña ‘doodlera’ conmemorativa está ya dada, si bien es cierto que ha entrado por los pelos.

Y consciente quien esto escribe de que tanto la medición cinemática del experimento lumínico, como la obra científica de su autor merecen un tratamiento aparte, no me resisto a emplazarles para dentro de unas horas, y dejarles unas pinceladas de ambos.




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