lunes, 28 de noviembre de 2016

‘Principia’, Newton y Pepys

Vamos con la primera de las actividades que relacionaron a nuestros hombres.

Por aquello de que estas cosas pasan, y por la variedad de sus aficiones y febril actividad, nuestro famoso diarista Samuel Pepys ha quedado vinculado para la posteridad humana con, quizás, la obra científica más famosa de la ciencia no ya inglesa sino mundial.

Me refiero a Philosophiæ naturalis principia mathematica (1686), “Principios matemáticos de filosofía natural”, o simplemente el Principia de Isaac Newton (1642-1727).

Una obra crucial donde las haya pues plantea un nuevo campo de desarrollo para la ciencia experimental y su lenguaje, la matemática.

El vínculo del que les hablaba viene de una de las aficiones de Pepys, su interés por las ciencias. La misma que le llevó a ser miembro de la Royal Society, renombrada institución en la que ingresó en 1665 y de la que posteriormente fue presidente entre 1684 y 1686.

Precisamente fue en ese periodo cuando Newton, un científico con el que Pepys se carteaba, publicó el 5 de julio de 1686 su Principia Mathematica (1686). Y la prueba del vínculo está en el libro, donde podemos ver el imprimatur de Samuel Pepys, por entonces presidente de la Royal Society.

De la historia de este libro y su publicación sabemos que fue el amigo de Newton, el astrónomo, matemático y físico inglés Edmund Halley (1656-1742), conocido por el cálculo de la órbita del que terminó siendo llamado en su honor cometa Halley, quien más le presionó para que lo publicara.

Anni mirabili
Hay que recordar que fue durante el bienio 1665-1666 de la Gran Peste cuando, al cerrar la Universidad de Cambridge por medidas de seguridad y Newton volver a su casa en el campo, que se inicia el período más productivo desde el punto de vista científico de su vida.

Es durante esa época de reclusión cuando sienta las bases de sus teorías del cálculo y las leyes del movimiento que más tarde lo harían famoso.

Pero lo hicieron más tarde, mucho más tarde, porque por su naturaleza reservada y carácter huraño, el genio prefería guardarse para sí sus ideas.

Menos mal que Halley le convenció de lo contrario. Y en buena hora lo hizo.

No son pocos los estudiosos de la historia de la ciencia que consideran a esta obra, como la más trascendente de la humanidad por su contenido en mecánica y matemáticas y sus consecuencias deterministas (leyes de la dinámica, ley de gravitación universal, cálculo, etcétera).

Sin duda todo un punto de inflexión en el desarrollo del saber humano.

No olvidemos que la mecánica newtoniana junto al electromagnetismo clásico del físico británico J. C. Maxwell (1831-1879), son los dos pilares de lo que conocemos como Física Clásica, en contraposición con la Física Moderna del siglo XX.

Y aclarado este "punto Principia" pasamos al segundo, al de la tirada de dados, un problema como saben de naturaleza probabilística.



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