martes, 8 de noviembre de 2016

'Cymothoa exigua'

(Continuación) Desde el punto de vista taxonómico se trata de un crustáceo isópodo de la familia de los cimotoidos. Pero para los intereses de la entrada les diré que es un parásito que se termina comiendo la lengua de su anfitrión y acaba por suplantarla.

Bueno en realidad no es exactamente así. Empieza por adherirse a la lengua del pez anfitrión, alimentándose de la sangre que llega a la arteria de este órgano. Después, debido a la falta de riego, la lengua se atrofia y descompone, por lo que el pez se queda sin ella lo que, inevitablemente, conducirá a su muerte y a la de su huésped.

Algo que éste no puede permitir pues le va la vida en ello. De ahí que el crustáceo reemplace al órgano en su función, utilizando para ello su propio cuerpo. Con hábiles movimientos atrapa alimentos para el pez como si fuera su lengua normal y a cambio se nutre de sus mucosas.

Una nueva situación que el pez como hospedador sobrelleva bien, no solo porque no parece que reciba mayor daño, sino porque el crustáceo parásito se nutre exclusivamente del riego sanguíneo de sus mucosas, sin mostrar el menor interés en la comida que este ingiere.

Es cierto que muchos parásitos hacen simbiosis con sus hospedadores, pero estarán conmigo que ninguno como lo hace la cymothoa.

Lo que no deja de ser inquietante. Y lo peor es que no queda aquí la cosa. Como bien saben ya, ni
la cymothoa es la única criatura parásita peligrosa que existe en la Tierra, ni comerse la lengua de sus victimas es la más rara y aterradora de las acciones, ni tampoco los peces son las únicas especies parasitadas.

Hay otros muchos más de todos. Resulta que vivimos, de forma quizás no muy consciente, en un universo de parásitos. Y hasta aquí la tercera de la serie de cinco (5) entregas sobre estos seres vivos de los que, como grupo amenazador, aportaremos también algo de información. Una especie de nota “cultureta”.

Nota sabihonda. Parásitos (3)
Luego si es cierto como afirma Carl Zimmer, que somos la especie que encarna el neo parasitismo, no estaría de más que estudiáramos con todo detenimiento la sofisticación que caracteriza a estas formas de vida que nos preceden.

Y aprender de ellas, cómo convive la naturaleza consigo misma entendiendo las leyes que rigen el extraño universo de los parásitos, para así fomentar el florecimiento de la vida en toda su diversidad. Mismamente lo mismo que ellos han hecho y hacen. (Continuará)

Para saber más.



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