martes, 20 de septiembre de 2016

De la canícula. Origen y significado (y 2)

(Continuación) Ya lo creo que todo cambia. Y tanto que cambia.

Como seguro saben, debido al fenómeno de la precesión del equinoccio, en la actualidad y desde hace algunos miles de años, en concreto unos cinco mil trescientos (5 300) años, esos días más calurosos ya no coinciden con el orto helíaco de la estrella Sirio en la constelación del Can Mayor.

De modo que el sofocante fenómeno terrestre de la canícula abrasadora, ya no se produce cuando vemos en los cielos a la constelación canicular.

Resulta que por un fenómeno de cinemática celeste, ahora lo hace a principios de septiembre. Volveremos sobre este punto.

Lo mollar ahora es que, aunque el perro celeste ya no está en nuestros cielos entre los meses de julio y agosto, el término "canícula" y las expresiones “período canicular”, “rigores caniculares” o “días de las canículas” se siguen utilizando para esos días de calor sofocante y abrasador.

Extremando las precauciones (de todo tipo)
Unos días en los que hay que extremar las precauciones en el cuidado sanitario de las personas, si bien es cierto que ya no es como en la antigüedad en la que, durante el período canicular, aparecían enfermedades como la peste, derivadas del elevado calor.

En la actualidad, y afortunadamente gracias a los avances de las ciencias, ya no es así.

Lo que no es óbice para que tengamos cuidado con los golpes de calor, en especial con los grupos de más riesgo como niños, ancianos, embarazadas y personas enfermas.

Y no sólo hay que tener especial cuidado en la salud de las personas, también debemos extremar las precauciones para evitar incendios forestales.

Qué les voy a contar a ustedes que no hayan visto hasta el hartazgo en los medios de comunicación o, lo que es peor aún, haya tenido que vivir en primera persona.

Ya saben. Nada de tirar basura, ni colillas, ni vidrios al campo que podrían generar “un efecto lupa” con los rayos del sol, o de hacer fogatas.

Perdonen, sé que esto que les digo es un obviedad. No son más que algunas de las medidas básicas que así, a vuela tecla, se me ocurren como le pasaría a cualquiera.

Pero poniéndolo negro sobre blanco, como que me quedo más tranquilo. Cosas de viejo.

Pero es que somos tan diferentes las personas una de otra. Y eso sin contar que cualquiera puede “tener un día de perros”. Ya me entienden.




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