martes, 14 de junio de 2016

¿Se puede oír en el espacio? (1)

Y qué sabré yo, se dirán ustedes. Pues eso digo.

Como es natural quedo a la espera de las ideas y opiniones al respecto de lectores y, ahora sí, escuchantes. Convencido estoy que si lo consideran conveniente, me lo harán saber.

Buenos son ellos.

Que fue lo que sucedió en el programa de marra, cuando el compañero José Antonio Navarro puso sobre la mesa una interesante cuestión. Relacionaba el Universo, aludido por la anteriormente citada ley de la economía, con el sonido.

Se dejó caer con, ¿es cierto que no se puede oír sonido alguno en el espacio?

Y lo decía por las películas de ciencia-ficción
Hacía referencia, más en concreto, al sonido de las explosiones y los disparos en el espacio, que solemos ver en muchas películas.

Y no, no se pueden oír. Ni esos sonidos ni cualquieras otros como los de los rayos láser o las naves viajando a toda velocidad entre galaxia y galaxia.

Evidentemente no son más que recursos audiovisuales junto con otros varios, para hacer más atractivas las películas o los videojuegos.

Pero oír, lo que se dice oír, no se oye absolutamente nada. Es imposible de toda imposibilidad.

Y para saber lo que tan categóricamente afirmo, sólo tenemos que tirar de un poco de lógica elemental y otro tanto de conocimiento de física bachillera.

Antes ya hemos hablado algo del sonido y del proceso de la audición, bueno pues completémoslo un poco más.

A propósito del sonido
Se trata de un fenómeno físico que se produce por la vibración de un objeto y cuya energía se propaga a través de ondas mecánicas o materiales, que son aquellas que necesitan de un medio para propagarse.

Un medio que no es más que una serie de partículas interconectadas, que interactúan entre sí, y que se puede presentar en diferentes estados de agregación, entiéndase: sólido, líquido o gaseoso.

De esta forma, al estar en contacto las partículas, se puede propagar y transmitir de una a otra la energía de la perturbación original, es decir las vibraciones sónicas.

Una energía que al llegar a nuestras orejas son captadas por ellas, hacen vibrar al tímpano y, tras varios pasos que no vienen ahora al caso detallar, el cerebro interpreta dichas vibraciones como sonido.

Un sonido que normalmente, en nuestro planeta, nos llega a través del aire.

Esa mezcla homogénea de gases, que permanece alrededor de la Tierra por acción de la interacción gravitatoria y que constituye la atmósfera terrestre.

Y ¡equilicúa! (Continuará)



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