sábado, 25 de junio de 2016

¿Es la noche de San Juan la más corta del año? (y 3)

(Continuación) Como pueden valorar, en aquellos tiempos, la coincidencia de fechas es una buena razón para dar fundamento a la confusión entre festividad religiosa y efeméride astronómica.

Pero esa coincidencia cambió al entrar en vigencia el calendario gregoriano, impuesto a fin de subsanar o corregir ciertos errores de datación. En parte ya hemos tratado la cuestión por lo que no profundizamos aquí.

Echando números
Las variaciones que de un año a otro se producen en la fecha del solsticio de verano (alrededor del 21), son debidas al modo en el que hay que encajar la secuencia de años según el calendario gregoriano, con la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol, o sea, el año trópico.

Todo parte del hecho que el calendario juliano consideraba al año trópico constituido por 365,25 días, cuando su duración real es algo menor, de 365,242189.

Una diferencia que echando números viene a suponer un desfase de un poco más de 11 minutos (11 min) al año, de manera que para 1582, año de institución del calendario gregoriano, el desfase era tal que el solsticio de verano de aquel año cayó en 12 de junio.

Como es seguro que no ignoran, el calendario gregoriano, además de recuperar los diez (10) días perdidos ajustando la duración del año a 365,2425 días, también cambió la norma que regía para los años bisiestos.

Tendrían lugar cada cuatro (4) años como en el juliano, salvo los años múltiplos de cien (100) a excepción hecha de los múltiplos de 400, que sí son bisiestos.

De estas cuentas gregorianas proviene el baile de fechas entre el comienzo astronómico del verano y la supuesta noche más corta del año. Que desde entonces, ya de la que va, nunca será la noche de San Juan; no lo será, por mucho que nos empeñemos en decirlo verano tras verano.

Aunque a fuer de justos, la Noche de San Juan está entre las diez (10) más cortas del año, algo es algo pero, stricto sensu, no es la más corta del año. No.

Así que mi abuela María no estaba en lo cierto, pero tampoco andaba muy lejos de la verdad. También la bordeaba cuando decía este otro refrán: “Por San Juan los días empiezan a acortar”.

Un poco antes abuela, un poco antes.

Acabo con una reflexión. El hecho de que en ciertas personas coexistan la ciencia académica aprendida y una ciencia popular vivida, a veces puede terminar siendo una fuente de problemas para un aprendizaje significativo.

Se lo digo por propia experiencia.



No hay comentarios :