jueves, 23 de abril de 2015

Las 10:10 de los relojes. Razones lógicas (1)


Qué quieren que les diga, les decía.

No sólo me parece que hay mucha diferencia de años entre sus muertes, casi un siglo, como para haber establecido la norma. Es que basta tirar un poco de hemeroteca, para comprobar la inexactitud de la pretendida coincidencia horaria del trío de fallecimientos.

Así que este supuesto explicativo resulta del todo falso. Falso de toda falsedad.

En primer lugar porque, por los datos que dispongo, a Lincoln le dispararon a las 10:15 pm y murió al día siguiente a las 7:22 am. O sea que no.

Asociado al asesinato del decimosexto presidente, se cuenta la historia de que un hombre, otros dicen que un famoso relojero, en la segunda mitad del siglo XIX, decidió inmortalizar esa hora de las 10 y 10, dibujándola en un reloj de madera.

Y que de ahí nació la costumbre. Ya.

Pero es que a Kennedy, ya en pleno siglo XX, le dispararon a 12:30 pm y fue declarado muerto media hora más tarde. Y M. L. King, cinco años después, murió a las 7:05 pm, una hora y cuatro minutos después de haber recibido el disparo.

Así que ya lo ven, de la falacia acerca de la hora de los fallecimientos no hay nada. Nada de nada.

¿Y qué me dice usted de la relación entre esa hora (10:10) y las bombas nucleares arrojadas por los EEUU, en la Segunda Guerra Mundial?

Pues le digo la verdad. Que hay otra historia, por cierto también falaz, que asocia la hora del anuncio relojero, con el instante en el que se lanzó la bomba nuclear. Pero claro, ¿cuál de las bombas? se preguntará usted y con toda razón. No en vano se lanzaron dos.

Pues lamento no tener respuesta que ofrecerle. Sencillamente no queda explicitado en la historia.

Unos dicen que fue la bomba de fisión de U-235, bautizada como Little Boy y lanzada el 6 de agosto de 1945 sobre la ciudad de Hirosima. Otros dicen que no. Que fue la lanzada sobre Nagasaki tres días después, el 9 de agosto y de nombre Fat Man, una bomba de implosión de Pu-239.

Y por último, estotros, que en realidad, las 10 y 10, es la hora de las dos. En fin, puesto a decir.

En cualquier caso, todos coinciden en una idea. La disposición de las agujas horarias del anuncio sería en memoria de las víctimas nucleares. Un detalle que, como intención, no es que me parezca mal. No es eso.

Es que no sé qué pensar con respecto a este tipo de homenaje. No me parece que tengan el mismo rango, el anuncio relojero por un lado y el bombardeo nuclear por otro. No es justa la equiparación.

A veces, la igualación supone un agravio para una de las partes, aunque se haga sin esa intención por la otra. Pero bueno, esto es solo mi opinión, que al fin y al cabo....

Así que vuelvo por donde debo, retomando el hilo conductor y haciéndolo sin cansarles con más dígitos. Pero eso sí, créanme si les digo que el dato de la hora es también incorrecto. Ninguna de las dos bombas fue lanzada a esa hora. A esa hora local, ni japonesa, ni estadounidense.

Y sobre especulaciones horarias poco más que decirles. Si acaso un par de notas más. Una, de naturaleza suspicaz ¿Se han dado cuenta que las supuestas explicaciones, todas, tienen una raíz estadounidense?

Otra, de alcance temporal. Este verano se cumple el setenta (70) aniversario del lanzamiento bélico de las primeras bombas nucleares. Un sucedido a tener siempre presente. A veces conviene no repetir la historia.

Y dicho lo dicho, pasemos a otras razones más dignas de crédito para nuestra diez y diez. Las fundamentadas en la lógica y la ciencia.

Razones lógicas. Economía 
Empezaré por la lógica que marca el argumentario económico. Si el anuncio fotográfico se hace para vender un producto es evidente que, de todas las disposiciones posibles para las manecillas, habrá que eliminar aquellas que dificulten la visión de la marca, el logo del modelo o todo aquello que resulte relevante para la venta. (Continuará)



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