viernes, 20 de febrero de 2015

Amor, amor. Amor bioquímico


(Continuación) Es lo que se conoce como una denominación por extensión, así que podemos decir también, Asteroides Amor. Y precisamente uno de ellos es, un tal, Eros.

Eros es, también, nombre de asteroide
Por abundar algo más en estos peculiares cuerpos celestes, les diré que sus órbitas no sólo han de contener totalmente a la de la Tierra, sino que han de tener un perihelio menor de uno coma tres unidades astronómicas (1,3 ua).

Con ello, los Amor, son asteroides que llegan desde fuera de la órbita terrestre hasta sus cercanías -entre 1,017 y 1,3 ua-, pero con la peculiaridad cinemática de que pueden cruzar la órbita del planeta Marte e incluso la de Júpiter.

Y dejo aquí estas características científicas, que tampoco hacen mucho al caso que nos trae, para hablarles de Eros.

Ya saben que este grupo de asteroides lleva el número 1221 o el nombre de Amor, pero lo que quizás ignoren es el hecho de que, el más conocido de todos, sea uno que tiene de número de registro 433 y lleva por nombre Eros.

Sí, el nombre en latín del dios griego Eros, responsable de la atracción sexual. Ya ven cómo está el tema, entre dos aguas, como quien dice. De un lado la mítica-erótica y, de otro, la científica-astronómica

Por lo que se ve, y esto es opinión personal, hablamos de una época en la que los astrónomos, por el motivo que fuera, a la hora de poner nombre a las cosas que veían en el espacio, se encontraban en un momento especial.

Uno, digamos, inspirado por las cosas del querer. Lo digo por los nombres que se les ocurrieron.

Asteroide Eros
Del Eros asteroide, tan solo comentarles una manita de curiosidades.

Fue descubierto de forma independiente en la misma noche del 13 de agosto de 1898 y por tres astrónomos. Dos en Berlin -F. LinkeCarl Witt (1866-1946), quien le puso el nombre- y uno en Niza, Auguste Charlois (1864-1910).

Naturalmente este cuerpo celeste, además de llevar el número 433 y llamarse Eros, tiene su nombre científico, asteroide 1898 DQ y resulta que es el primero que tuvo un nombre masculino.

Ya desde un punto de vista mecánico resaltarles: uno, fue el primer asteroide del que se tuvo conocimiento que franqueara, en su desplazamiento, la órbita de la Tierra; dos, de los cercanos, es el segundo en tamaño después de Ganímedes de número de registro 1036.

Con su forma extremadamente alargada, Eros, parece más bien un cacahuete; bueno, uno gigantesco pues mide unos treinta y tres kilómetros (33 km) de un extremo al otro.

Astronáuticamente hablando, en el año 2000, se convirtió en el primer asteroide que era orbitado por una sonda espacial, la NEAR Shoemaker.

Una sonda que acabó posándose (¿asteroidizando?) en su superficie el 12 de febrero de 2001, aunque en realidad no estaba diseñada para dicha maniobra, pero lo hizo. Y desde donde siguió transmitiendo datos hasta el 28 de febrero de 2001, algo casi inexplicable.

Fueron, las de asentamiento y telecomunicación, dos proezas tecnológicas.

Por último, el pasado 31 de enero de 2012, Eros, se aproximó a la Tierra, situándose a veintiséis coma siete millones de kilómetros (26 700 000 km) de distancia. Fue la última vez que tuvo su mayor acercamiento, si bien éste no fue el mayor realizado que es de veintitrés millones de kilómetros (23 000 000 km).

Dos fenómenos, estos de aproximación, naturales.

Tan naturales y observables como es el Amor, ahora químico o, mejor, bioquímico.

2. Amor bioquímico
Como ya se habrán percatado el amor -sea algo material como lo es un asteroide, o inmaterial como lo es un sentimiento-, guarda mucha relación con el acto de mirar o, mejor, con el de ver.

Porque Amor, en cualquiera de las acepciones, es una cuestión de miradas atentas o sea, de vistas. Ya saben, no conviene confundir. No es lo mismo mirar que ver, oír que escuchar o hablar que decir.

Unas vistas que pueden ser de orden físico, como las del pequeño cuerpo celeste. Y para las que no sólo hay que apuntar el telescopio en la dirección adecuada. Además hay que hacerlo en el momento oportuno.

A veces en la vida, para que algo ocurra, las condiciones que se tienen que dar no sólo han de ser las necesarias, también es preciso que sean las suficientes.

Necesidad y suficiencia, de la mano. (Continuará)




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