viernes, 8 de agosto de 2014

“Hasta el infinito y más allá” (y 2)


(Continuación) Si nunca se acaba de llegar a él, nunca podremos dar el paso de ir más allá. O sea que a todas luces, es una estulticia. Una que, no obstante y aquí lo preocupante, podría decir con toda seriedad, un tonto a las tres que gozara de pretendidas y pretensiosas inquietudes intelectuales.

Quisicosas del infinito
Del término infinito me gustaría comentarles un par de quisicosas.

Una. Que fue el matemático inglés John Wallis (1616-1703) el primero que utilizó el símbolo de infinito en sus escritos. Lo hizo en la que está considerada como una de sus obras más importantes, ‘Aritmética Infinitorum, 1656’.

Y dicen que para la forma de esta notación matemática se inspiró en la forma de la curva llamada ‘lemniscata’, descubierta en 1694 por el matemático y científico suizo Jakob Bernoulli (1654-1705). Lo que resulta bastante verosímil, basta con verlas.

Aunque no todos son de la misma opinión. Este es el segundo entresijo del término, el de su origen.

Algunos consideran que podría provenir de otros símbolos alquímicos o religiosos anteriores. Se refieren, por ejemplo y sobre todo, al símbolo del uróboros. Seguro que lo han visto. Es esa figura de animal serpentiforme que, engullendo su propia cola, conforma una circunferencia.

Si les soy sincero, no lo veo tan parecido como la curva de Bernoulli.

Y otros más quieren ver, incluso, como posible origen del mismo a una banda o cinta de Möbius. Esa superficie con una sola cara y un solo borde que, desde la matemática, goza de la propiedad de ser un objeto no orientable.

Por la forma, este origen es perfecto. Sólo le veo un inconveniente desde el punto de vista cronológico.


El símbolo de infinito ya se usaba cientos de años antes de que el matemático y astrónomo alemán August Möbius o Moebius (1790-1868) codescubriera la banda que lleva su nombre, en 1858.

Oxímoron pseudocientífico
Volviendo a la cita, hay un tercer posicionamiento con relación a lo que significa. Les he hablado de falta de confianza y de estupidez, y ahora apunto en la dirección de que, más que una cita científica, es un contraejemplo.

O sea un oxímoron pseudocientífico con pretensiones de científico. Ahora que caigo, algo les he hablado de uno y le puse nombre: Creacionismo Científico.

Fue en una entrada que titulé, ¿Qué le dijo Adán a Eva mientras abandonaban el paraíso?






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