jueves, 14 de agosto de 2014

Beatiful science


A la hora de divulgar la Ciencia el hombre se ha valido de todo aquello que su imaginación ha sido capaz de proveerle.

Y consciente de que poder visualizar los datos fundamentales de las ciencias, puede ser fundamental a la hora de comprenderla y comunicarla, desde el siglo XVII los ha intentado plasmar en diagramas, dando así muestra, una vez más, de humanismo.

O lo que es lo mismo, de una tacada juntas, Arte y Ciencia. En este caso, Diseño gráfico y Comunicación científica. Y hay muchos ejemplos, nuevos y viejos. Les he traído una manita de ellos.

‘Gran Cadena del Ser’, 1617
La ilustración se la debemos al médico inglés Robert Fludd (1574-1637), en realidad un hombre renacentista en sentido amplio del término.

Su espíritu inquieto le llevó también por los derroteros de otras ciencias: arquitectura, matemáticas, música y esferas pitagóricas, ingeniería militar, hidrología, óptica, etcétera. O sea que bien.

Si bien es cierto que, por lo que más se le recuerda, es por su interés por otros campos de conocimientos, digamos, no tan científicos. Conocidas son sus preferencias por la astrología, la alquimia, la Cábala, el hermetismo y el rosacrucianismo. O sea que no tan bien.

De hecho Fludd practicó la medicina a la manera de Paracelso (1493-1541), y parece ser que fue la influencia del suizo, la que le hizo aceptar una filosofía del mundo como imagen de la divinidad. Nada menos que el hombre y la naturaleza como microcosmos de Dios y las estrellas.

Una telúrica y esotérica idea que plasma en una de sus obras más importante, ‘Gran cadena del ser’, una ilustración sobre el concepto griego de la vida en la Tierra, y donde la clasifica en un orden jerárquico.

Comienza con Sophia, diosa de la sabiduría, y la extiende a animales, plantas y minerales.

La verdad es que la ilustración a mí me gusta. Y del declarado enemigo de Galeno e Hipócrates, el controvertido Paracelso, qué quieren que les diga.

De él me gusta una de sus frases: “Nada es veneno, todo es veneno. La diferencia está en la dosis”. Una gran verdad.

‘Natural and Political Observations Made upon the Bills of Mortality’, 1662
Dado que desde 1603, los sacristanes de Londres comenzaron a archivar datos sobre la salud pública, a fin de poder estudiar las muertes producidas en la población por las plagas, un ciudadano llamado John Graunt (1620-1674), tuvo una buena idea.

Dedicó una buena parte de su vida a anotar, todas las observaciones naturales y políticas que se mencionaban en ese índice de la mortalidad londinense del siglo XVII. Transcribió nada menos que cincuenta (50) años de estadísticas médicas en un libro, ‘Natural and Political...’.

De ahí que no extrañe que al tal Graunt se le considere, y con toda justicia, como uno de los primeros demógrafos conocidos. En realidad nuestro hombre resultó ser de lo más interesante. Verán por qué.

Si bien su profesión era la de mercero y comerciante de tejidos, un mundo totalmente ajeno al científico, resulta que sus intensas actividades sociales en la ciudad de Londres, le posibilitaron tener acceso a los boletines de mortalidad.

Una información por la que se sintió fuertemente atraído, como persona curiosa que era.

Y esta doble circunstancia, posibilidad documental y curiosidad científica, terminaron siendo determinantes en este asunto, ya que dieron lugar a la base documental sobre la que estableció sus investigaciones estadísticas, actuarias y demográficas. (Continuará)




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