miércoles, 2 de julio de 2014

Inflación cósmica: hipótesis y datos


Bajo esta expresión de inflación cósmica se entiende todo un conjunto de propuestas dadas, en el marco de la física teórica, para explicar la expansión ultrarrápida del Universo en sus instantes iniciales.

Una forma quizás de resolver, lo que se ha dado en llamar el problema del horizonte.

A grandes rasgos, la inflación cósmica fue propuesta como hipótesis por primera vez, en 1980 por el físico y cosmólogo estadounidense Alan Guth (1947).

Poco después, en 1983, el físico teórico ruso-estadounidense Andréi Linde (1948) la revisaba y unía a la teoría original del Big Bang, esa gran explosión que dio origen al universo hace unos trece mil ochocientos millones (13 8000 000 000) de años.

Una unión a la que llamó “Inflación caótica”. Algo más propio de la ciencia ficción que de la ciencia.

Y con posterioridad, los físicos teóricos estadounidenses Andreas Albrecht y Paul Steinhardt, le dieron buena parte de la forma moderna con la que en la actualidad conocemos a esta teoría.

Considerado en la actualidad como un componente importante del Modelo Cosmológico Estándar del Big Bang caliente, el de inflación caliente -también así le llaman-, es un concepto teórico de la física de partículas para la inflación, del que aún se desconoce su mecanismo de acción con detalles.

Lo que no ha sido óbice para que se le haya puesto nombre ya, a la supuesta partícula elemental asociada al hipotético campo. Y como ocurrió con el gravitón para el campo gravitatorio, la verdad es que no se han calentado mucho la cabeza buscándolo.

La referida partícula atiende al nombre de inflatón. En fin, ya les avisé.

Pero bueno. Lo importante de este concepto físico es que su imagen básica, proporciona un número de predicciones que no paran de confirmarse con nuevas pruebas observacionales. Como ocurrió hace un par de meses.

Cuando la revista Nature publicó el resultado de las investigaciones de un equipo de científicos de EEUU. Según el mismo, todo apunta a que detectaron por primera vez, las ondas gravitacionales primordiales que se generaron tras el Big Bang.

El hallazgo se produjo en una pequeña región de cielo, gracias al descomunal telescopio BICEP2 instalado en el Polo Sur.

Unas radiaciones imperceptibles para el ojo humano, que demostrarían lo acertado de la hipótesis de Linde sobre cómo fue el Big Bang.

Unas ondas gravitacionales que no debemos obviar, muchos consideran el Santo Grial de la Cosmología. Precaución.

Es muy probable que, de confirmarse los datos, estemos ante un fuerte espaldarazo para la teoría cosmológica, y un Premio Nobel para sus descubridores. Pero como siempre habrá que ser cautos.

Así al menos se muestra el propio Linde.

Quien llegó a confesar que a los quince (15) años se había preguntado: ¿Quién dio la orden para que todo empezara? Y más tarde no dudó en afirmar que la explosión de menos de un miligramo (1 mg) de materia dio origen “todo el universo”.

Ahora se muestra prudente, aunque entusiasta.

Entusiasta porque desecha, por absurda, la idea de que al ciudadano medio no le interesan en absoluto estos asuntos del Big Bang, por la simple razón de que no aportarán nada práctico a sus vidas. Y como ejemplo pone la Teoría de la Relatividad General (TRG), del físico germano-estadounidense Albert Einstein (1879-1955).

Ya saben. Un marco conceptual para una nueva Teoría de la Gravitación (TG), de la que también se pensó en su momento que no tendría utilidad para el humano corriente. Como sabemos un craso error.

Sin el conocimiento y aplicación de esta teoría, el sistema de localización GPS de los móviles, sencillamente, no funcionaría. Y lo lleva más de media humanidad en sus bolsillos.

Y prudente porque si bien es cierto que lo que empezó pareciéndose más a la ciencia ficción que a la ciencia, con el paso del tiempo empezó a ser aceptada como ciencia cierta y, treinta (30) años después, va camino de ser confirmado por datos experimentales, lo que resulta ser “interesante, hermoso y esperanzador”, el astrofísico prefiere ir paso a paso.

Advierte que es imprescindible realizar otros experimentos, adicionales y complementarios, antes de que los resultados puedan ser considerados “Cien por cien (100 %) correctos”.




3 comentarios :

Antonio Fernández dijo...

Echaba en falta entradas cómo ésta. Enhorabuena por el blog.

Anónimo dijo...

¿Piensa escribir más?

Antonio Fernández dijo...

¿Que opina sobre la polémica suscitada en la comunidad científica acerca de que se trate de un error de interpretación?
Enhorabuena por este tipo de entrada. Me parecen más propias del blog