miércoles, 7 de mayo de 2014

Agua y cambio climático


No es la primera vez que aparecen en esta tribuna bloguera estos dos conceptos científicos, uno asociado a una clase de material y otro a un determinado fenómeno físico-químico.

Como el segundo no hace mucho que apareció por estos predios, empezaré con el primero: el agua.

Un comienzo que supone llegar previamente a un consenso, con respecto a lo que entendemos por ese término. Les aproximo una terna de significados: bioquímico, químico y social.

Aguas bioquímica, química y social
Uno. Agua vista como ese tipo de material, que resulta esencial para la supervivencia de la inmensa mayoría de las formas que conocemos de vida. Una visión bioquímica de este ingrediente ¿universal?, lejos por ahora de los intereses de este tema hídrico-climático-cambiante.

Dos. Agua entendida, en principio, como compuesto químico de fórmula H2O y que se presenta en estado líquido, aunque sabemos que también lo puede hacer en otros estados de agregación: sólido (hielo en glaciares, icebergs y casquetes polares, así como nieve en las zonas frías) y gaseoso (vapor invisible en el aire), según sean las condiciones físico-químicas del entorno.

Pero agua, entendida también, como mezcla homogénea (disolución) o heterogénea. El agua es un componente común de nuestro sistema solar, como así lo han confirmado numerosos y recientes descubrimientos relacionados con las ciencias del espacio.

En concreto, en forma de hielo, puede ser encontrada constituyendo la materia prima de los cometas y el vapor que compone sus colas. Una bella y engañosa, por peligrosa, imagen. (Qué brillante y hermoso nos parece un cometa a su paso por la Tierra. A condición de que pase de largo. I. Asimov (1920-1992), divulgador científico estadounidense).

Dejo esta distinción entre sustancia y mezcla para un poco más adelante, aunque no me resisto a traerles a este negro sobre blanco, por descriptiva, la definición de cometa que dio el astrónomo estadounidense Fred L. Whipple (1906-2004): “Una bola de nieve sucia”.

Lo que les dije una mezcla. Una espacial y heterogénea. Una visión química pues.

Y agua, es la tercera y última aproximación, observada como un bien escaso y a repartir entre cada vez más gente. Un problema social que afecta a toda la humanidad, si bien es cierto que no a toda por igual.

Siempre ha habido clases y, por tanto, distinción. Una visión social entonces.

Dicho lo cual, continuaré con la primera de estas dos características que les he citado; veamos si puedo trasladarles, con un poco de detalle, lo de la escasez.


Algunos números del agua
De los tiempos escolares sabemos que el agua cubre el setenta y un por ciento (71 %) de la superficie de la corteza terrestre y que está repartida por el planeta de forma desigual.

Mayoritaria se encuentra en los océanos, donde se concentra el noventa y seis coma cinco por ciento (96,5 %); glaciares y casquetes polares poseen el uno coma setenta y cuatro por ciento (1,74 %); depósitos subterráneos (acuíferos), permafrost y glaciares continentales suponen el uno coma setenta y dos por ciento (1,72 %) y, el restante cero coma cero cuatro por ciento (0,04 %), se reparte en orden decreciente entre lagos, humedad del suelo, atmósfera, embalses, ríos y seres vivos.


Unos números que nos hacen pensar que no andaba descaminado, el escritor estadounidense A. C. Clarke (1917-2008), cuando dijo lo que dijo: “Qué impropio es llamar Tierra a este planeta. Cuando está claro que debería llamarse Océano”.

Pues sí y a la vista está.




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