viernes, 4 de abril de 2014

CLOUD (y 2)


(Continuación) Después, y una vez obtenida la mezcla, la bombardearon con haces de protones generados por el mismo acelerador que alimenta el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en un claro intento de reproducción de la acción de los rayos cósmicos procedentes de las galaxias.

Microfísica de la atmósfera
De los efectos originados por estos rayos "sintéticos” del acelerador, en nuestra atmósfera “artificial” de laboratorio, se deducen dos conclusiones. Una buena y otra no tanto.


La buena es que los protones acelerados a velocidades próximas a la de la luz, aumentaron la tasa de condensación de ácido sulfúrico y amoníaco, en un factor adicional de entre dos y más de diez.

La menos buena es que, con estas concentraciones atmosféricas de ambas sustancias químicas, no es posible explicar la formación de aerosoles en la región atmosférica comprendida entre la troposfera, hasta los veinte kilómetros (20 km) de altura, y la estratosfera, hasta los cincuenta kilómetros (50 km).

De forma que nos quedamos por un lado, con el hecho de que las pruebas demuestran, que se favorece la formación de partículas, aunque sea a escala nanométrica, en el gas contenido en la cámara de CLOUD, cuando la bombardeamos con los “lumínicos” (por su velocidad) protones procedentes del LHC.

Y por otro, con la impresión compartida por la mayoría de los expertos, de que estos resultados ayudarán a comprender mejor el papel desempeñado por los rayos cósmicos, en los fenómenos de la microfísica que se producen en la atmósfera de nuestro planeta.

Creo que ya se lo dije, pero por si no es así, los primeros resultados de CLOUD fueron publicados por la revista Nature (Nature 476, 429–433, 25 August 2011)

No obstante
No obstante, esta teoría cósmica sobre el cambio climático, un origen a prueba de protones en el LHC como quien dice, no satisface a todos. Como ya se pueden imaginar los que no piensan igual, los defensores del origen antropogénico del cambio, no están nada convencidos.

Para ellos estos datos ofrecen más preguntas que respuestas. A su entender los corpúsculos observados son demasiado pequeños, como para dar lugar al fenómeno de formación de nubes.

Algo en lo que están parcialmente de acuerdo los de la teoría cósmica que insisten, no obstante, en que se trata de un paso (muy) importante en su estudio.

Además, es evidente que estos resultados muestran la utilidad de la física de altas energías en el contexto climático.

Naturalmente será el tiempo, el tiempo físico, el que dirá si el experimento podrá averiguar el papel que los rayos cósmicos juegan en el proceso de cambio climático terrestre, en el tiempo atmosférico.






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