jueves, 12 de septiembre de 2013

El camaleón, algo más de verdad


Hablando de realidad, no quisiera dejar pasar la ocasión sin comentarles una manita de detalles más acerca de este extravagante animal.

Uno. Los camaleones no tienen orejas y son sordos. Se lo digo por si tienen alguno como animal de compañía. No les hablen, ni los llamen. Es inútil. No les prestarán atención, ni responderán a su llamada.

Dos. La camaleónica capacidad de cambiar de color no es, ni mucho menos, exclusiva de nuestro pequeño y terrestre animal. Y ni siquiera es la más espectacular en nuestra naturaleza.

En el mundo marino los pulpos, por ejemplo, lo hacen también y de forma mucho más llamativa. Y sin ir más lejos nosotros mismos, los humanos, en cierta forma, cambiamos de color. Por lo general enrojecemos o palidecemos.

Les hablo del rubor y la palidez que nos produce una emoción que no podemos controlar. Cuando nos avergonzamos por algo. Estamos ante una persona que nos atrae. Nos vemos sorprendidos por algo o alguien. O vivimos una situación de peligro o humillación.

Un cambio de color que no obedece, como en el resto de los animales, a una intención de escaqueo con el fondo, sino que responde a un estado anímico.

Tres. No es cierto que estos animales mueran si los colocamos sobre un fondo rojo, al intentar mutar su piel a ese color. Toda una leyenda urbana zoológica. De pequeños íbamos un paso más allá y decíamos que se morían ¡porque estallaban!

Bien. Estoy en condiciones de asegurarles que esto es falso de toda falsedad.

Al menos yo nunca lo presencié. Bueno, en realidad, ni siquiera vi nunca que un camaleón cambiara de color al cogerlo y ponerlo sobre mi mano, brazo, hombro o cualquier objeto de un color diferente al suyo.

Se ve que mi presencia no les debía poner nerviosos.

Además, si lo piensa, es fácil comprobar que existen camaleones de color rojo que, ni se mueren ni, mucho menos, estallan.

Cuatro. Si bien es cierto que los camaleones cambian de color, abarcando sus tonalidades una muy amplia gama cromática, no lo es menos que, esto sólo es así, si tenemos en cuenta a todas las especies de esta familia.

Trato de decirles que es verdad lo del abanico de colores, pero para toda la familia camaleónica. En particular, cada especie de camaleón, no goza de un rango de variación tan amplio. Y en concreto, además, el cambio es diferente para cada individuo de cada especie.

De hecho los hay que no cambian de color en absoluto.

Y cinco. No es cierto que se vuelvan invisibles frente a un espejo. En el caso de que un camaleón se vea reflejado, y dado que, como la mayoría de los animales, no se reconoce frente a un espejo, lo que ocurrirá es que verá a otro individuo de su especie.

A un rival sobre el terreno y tomará sus medidas.

Cambiará de color, tornándose más oscuro; adoptará una actitud agresiva; se hinchará para parecer más grande; emitirá sonidos agudos; enrollará y desenrollará la cola; y atacará si se ve muy acorralado.

En la guerra, como en el amor, todo está permitido. Éste es uno de los motivos por los que el camaleón, realmente, cambia de color. Más o menos como las personas.

Bien. Hemos admitido que las variaciones del color son un reflejo del estado anímico del animal, o una respuesta a factores ambientales. Y aceptado que suceden con cierta frecuencia y de forma ocasional, pero no para camuflarse.

Estarán conmigo, entonces, que las siguientes preguntas a plantearse en este prontuario camaleonense, han de ir en la dirección de: ¿por qué lo hacen entonces?, ¿a través de qué procesos?

Es lo que tiene la Ciencia, que nunca para de hacerse preguntas.

Les dejo con un curioso vídeo en el que un ejemplar se siente amenazado por su propia imagen reflejada en un iphone.




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