lunes, 22 de julio de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Senectud (V)


En el tranquilo Princeton
No obstante su actividad social no cesa.

Durante 1934, da un concierto de violín en New York, a beneficio de los científicos judíos huidos de Alemania, en el que se recaudan 6500 dólares de la época. Un record económico-musical.

Además publica su libro: ‘El mundo como yo lo veo'.

Se frustra la posibilidad de que se nacionalice español y ejerza en España sus investigaciones. No parece que Einstein se comportara de forma recta con el gobierno español.

Aunque tampoco parecen claras las intenciones del gobierno con el físico. Vaya lo uno por lo otro.

En lo familiar, Elsa viaja a París a visitar a sus hijas. Ilse se está muriendo. Tras su muerte, regresa a los EE.UU.

Poco después, Margot y su marido se van a vivir con el matrimonio en Princeton. Pasaron el verano en Watch Island, donde las condiciones para navegar eran muy buenas.

E = m·c2 en Pittsburg
En 1934, Einstein asistió a la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, que tuvo lugar en Pittsburg. El tema que trató: la equivalencia entre masa y energía.

Al ser preguntado por la prensa por la “posibilidad de liberar una enorme cantidad de energía, según su ecuación E = m·c2, bombardeando un átomo”, se limitó a decir: “No es posible por motivos prácticos”.

Pensaba que como teoría quedaba bien, incluso, era digna de ser desarrollada. Pero muy poco práctica. Además, no era el único.

En setiembre de 1933, el gran E. Rutherford, había manifestado: “Cualquiera que espere una fuente de potencia de la transmutación de estos átomos está diciendo sandeces”.

Cuatro años después, se sabría que estaban equivocados.

112, Mercer Street
Einstein, realiza un breve viaje a las Bermudas, en mayo de 1935. Desde allí solicita la residencia permanente en los EE.UU. Es la última vez que sale del país. Durante ese verano se compra la casa del 112 de Mercer Street, en Princeton.

Es un edificio del siglo XVIII con un gran jardín y que tiene dos plantas. Llegaría a ser uno de los más famosos del mundo.

En una de las habitaciones de la planta alta puso su estudio. Abrió un enorme ventanal con vista al jardín y colocó dos estanterías de pared a pared y del suelo al techo.

En las paredes, como único adorno, los retratos de Faraday, Maxwell y Gandhi y un solo diploma: el de la Sociedad de Investigación de Berna. Se mudaron en el otoño y viviría en ella los siguientes veinte años.

Por estas fechas recibió la Medalla Franklin.

Paradoja EPR
En un nuevo desafío a la Mecánica Cuántica, trabaja con N. Rosen y B. Podolsky en la conocida Paradoja EPR, de 1935. Otro reto a la interpretación de Bohr, Born y Heisenberg.

Es un experimento centrado, como no, en el Principio de Incertidumbre y publicado en el artículo: ‘¿Puede considerarse completa la descripción de la realidad física de la Mecánica Cuántica?’.

Sin duda un brillante y original ataque determinista a esa “acción fantasmal a distancia” implícita en él.

La respuesta indeterminista. No menos brillante y original, la dio Bohr en otro artículo ¡con el mismo nombre!, si bien, como podrían esperarse, muy diferente a la de Einstein.

No fue suficiente para cerrar la discusión, pero sí aisló al genio. El mundo científico empezó a considerar a Einstein, como un miembro de la vieja guardia. Un visionario que había tenido su momento, pero que, éste, ya había pasado.

Einstein se alejaba de las principales corrientes científicas.

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