lunes, 25 de marzo de 2013

¿Por qué la Semana Santa cae cada año en una fecha diferente?


Es una buena pregunta. Una de las muchas que a no pocos cristianos desconcierta. En otros crea una cierta confusión. Y a otros tantos extraña ¿Por qué estos cambios de ubicación en el calendario?

Como es sabido, a diferencia de otras fiestas como Navidad o Epifanía que celebramos siempre en el mismo día, la Pascua de Resurrección, por el contrario, no tiene una fecha fija.

Los días en los que el Cristianismo celebra estos significativos eventos de fe, relacionados con los últimos días de Jesús –incluyendo su pasión, muerte y resurrección-, resulta que cambian de un año para otro.

De modo que el lugar que ocupa en el calendario la Semana Santa -que se inicia el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección- es variable. Lo que quieras que no, resulta extraño.


Y aunque es posible que la razón de dicha variabilidad no sea bien conocida, y que por tanto nos sorprendan de un año para otro estos cambios, lo cierto es que una vez que se conoce esta razón, resulta del todo comprensible y, por ende, el cambio de fecha lógico.

¿Cuál es la razón de ese cambio de fechas?
Pues una muy lógica y humana. Sencillamente se intenta que coincida, lo más posible, con la fecha real de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Es natural que así sea.

Pero este deseo de coincidencia plantea, alguna que otra dificultad, que no tienen otras fiestas.

Resulta que, mientras Navidad y Epifanía, se rigen por el, bastante exacto y actual, calendario gregoriano o calendario solar de 365,25 días. La Pascua de Resurrección lo hace por el inexacto calendario judío o lunar que consta de doce lunas de 29,5306 días, es decir, un número de días lejos de los reales.

Lo que crea un desfase de casi seis días por año, que se va acumulando de uno para otro. Una diferencia cuantitativa que exigió que se tomaran medidas.

Como pueden ver, la ubicación de la Semana santa es un auténtico anacronismo vivo, instalado en los albores del tecnificado y tecnológico siglo XXI. Toda una paradoja

¿Cómo se puso orden en estas fechas tan significativas?
Tras muchos cambios de fechas en la celebración, el asunto empezó a organizarse algo cuando, en el 194, el Papa Víctor I determinó que la celebración debía festejarse el domingo siguiente a la Pascua judía o Pésaj.

Una declaración de intenciones organizativa que, por desgracia, no fue más allá de la declaración.

Y hubo que esperar 120 años para se tomara otra medida más efectiva. La del Concilio de Arlés, que tuvo lugar en el 314, que obligaba a toda la Cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día.

Una buena decisión que no obstante planteaba un problema. No terminaban de ponerse de acuerdo, sobre cuál debía ser esa fecha. De hecho la tenía que fijar el Papa cada año, y comunicarla mediante epístolas a todas las iglesias del orbe.

Un método que, a nadie escapa, en aquellos tiempos, presentaba una gran dificultad para su puntual cumplimiento por toda la cristiandad. Los medios de transportes de la época no eran, precisamente, rápidos.

De ahí que, en el Concilio de Nicea celebrado en el año 325, se tomara una solución definitiva. Se estableció que la Pascua de Resurrección se celebraría el domingo inmediatamente posterior, a la primera Luna llena que hubiera tras el equinoccio vernal o de marzo.

Que es esa fecha (equinoccio) en el que la noche y el día tienen la misma duración, doce horas. Una condición numérica de naturaleza astronómica, responsable de que la fecha de celebración pascual cambie.

Cálculos astronómicos para la Semana Santa 
Ya hemos apuntado que la fecha cambia y ahora vamos a ver que no poco, porque, hasta más de un mes, puede haber de diferencia.

Un sencillo cálculo aritmético nos muestra que si, a efectos de la Pascua, la primavera empieza siempre el 21 de marzo (luna llena eclesiástica), el Domingo de Pascua puede celebrarse en un abanico de, nada menos, 35 días.

Exactamente los que hay entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ambos inclusive.

Un cálculo de fechas pascuales simple pero importante, como nos lo muestra el hecho de que para él se hayan llegado a elaborar incluso métodos matemáticos. Entre ellos les cito dos: Uno, el algoritmo de Butcher; otro, el ideado por el insigne matemático Karl F. Gauss (1777-1855).

Y dicho esto, vamos a analizar ese abanico de fechas para el Domingo de Resurrección. Veamos.

Si el equinoccio vernal es el 21 de marzo, ya el mismo día siguiente 22, si es domingo, podrá ser Pascua. Es la fecha más próxima en la que puede caer. Aunque hay una matización a este límite.

Si la primera luna llena de primavera cayera en domingo, entonces se aplazaría la celebración de Pascua al domingo siguiente. Por si lo desea saber el motivo es religioso. Se pretende con dicho cambio no celebrarla el mismo día que los judíos.

Ya saben. Entre bomberos, la manguera es lo último que conviene pisarse…

La otra fecha, la más lejana en la que puede caer esa primera luna llena de primavera es el 18 de abril. Y por el mismo razonamiento, si ese día es domingo, entonces la Pascua será el 25 del mismo mes. Es la fecha más tardía.

Y entre ambas están los 35 días de los que les hablaba.

¿Podríamos concretarlo para este año 2013? 
Es bien fácil. Por el Observatorio Astronómico Nacional perteneciente al Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento del Gobierno de España, la primavera de 2013 comenzó el pasado miércoles 20 de marzo.

Y el calendario lunar nos muestra que la primera luna llena, inmediatamente posterior a esa fecha 20, tendrá lugar el miércoles 27 de marzo. Luego el domingo siguiente, 31 de marzo, será Domingo de Resurrección y el 24 Domingo de Ramos.

Ocho días en los que veremos a la Luna en sus fases, creciente y menguante, más próximas a la llena. Lo que a simple vista originará el efecto óptico de estar viendo la imagen de una Luna Llena, durante toda la Semana Santa.

Arte, Religión y Ciencia dependientes una de la otra. Divisibles pero inseparables. Qué cosas son las Humanidades.


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