jueves, 31 de enero de 2013

A. EINSTEIN: UNA BIOGRAFÍA. Infancia (I)


Un infante grueso y tenaz 
Albert Einstein nació a las 11,30 de la mañana del 14 de marzo de 1879. El mismo año en el que T. A. Edison (1847-1931) desarrollaba su primera bombilla eléctrica y, el mismo en el que moría J. C. Maxwell (1831-1879), autor de la Teoría Electromagnética (1861).

Lo hizo en Ulm, Alemania, en el seno de un hogar judío y resultó ser un bebé de cabeza grande y angulosa. Una deformación en la parte posterior, que conservó durante toda su vida.

Tan grande era, que su madre temió haber dado a luz a un crío anormal.

Y, además, nació grueso, bastante grueso. Vamos, que su abuela lo comentó nada más verlo: “¡Demasiado gordo!”.


Por lo demás era un niño solitario, silencioso y afanado. Sus juegos preferidos eran montar construcciones con taquitos de madera y hacer manualidades.

Unas tareas a las que se entregaba con paciencia, lógica, método y cuidado. Apenas prestaba atención a los demás niños.

Pero la forma de su cráneo, la gordura y su aislamiento no serían las únicas faltas del neonato. Al parecer tuvo problemas con el habla, ya que no empezó hasta los tres años y, aún con siete, solía repetir en voz baja sus propias palabras.

De hecho sus padres, Pauline Koch y Hermann Einstein, llegaron a pensar si tendría algún tipo de retraso mental. Una impresión que no compartía su abuela Jette quien, en 1881, escribía de su nieto: “Es un niño encantador... muchas veces recordamos sus divertidas ideas”.

Enfermedad y brújula 
Y el tiempo terminó dando la razón a la abuela Jette porque, no hay duda de que, el pequeño Albert evolucionó.

Es probable que el primer eslabón de esa evolución lo pusiera la brújula de bolsillo que le regaló su padre cuando, con cuatro o cinco años, convalecía de una enfermedad que le obligó a guardar cama.

Quedó fascinado por el hecho de que la aguja supiera siempre hacia dónde apuntar, a pesar de que no estaba en contacto con nada ¡Qué misterio!, pensaba.

Y esa inagotable curiosidad de niño, pronto se vio arropada por los principios que sus padres le inculcaron desde muy pequeño: independencia y perseverancia.

Su hermana Maja, dos años más pequeña, y a quien estuvo unido toda su vida, cuenta cómo sus padres -ya viviendo en Munich y con sólo cuatro años-, le enseñaban el camino de vuelta a casa y lo dejaban solo para que la encontrara, mientras lo observaban escondidos.

Igualmente recuerda cómo, bajo ninguna excusa, les permitían ir a jugar hasta que no acabaran los deberes escolares. Qué tiempos. 

Y la música...
Si de la familia de su padre heredó la capacidad lógica y su amor por la naturaleza, de su madre, talentosa intérprete de piano, heredó la facilidad para la música. Ya con sólo cinco años le puso a aprender el violín con una profesora.

Pero no parece que estos primeros escarceos musicales fueran del agrado del joven Einstein que, más de una vez, propinó algún que otro silletazo a la asustada y huidiza profesora.

También, en cierta ocasión, le arrojó un bolo a la cabeza a su hermana Maja mientras tocaban. Cosas de hermanos que a todos nos han pasado y que se curan con el tiempo.

Como el autodominio de su mal comportamiento y el gusto por la música, que se hicieron cada vez mayor.

Con trece años se enamoró de las sonatas de Mozart y, desde entonces, la música fue para él una necesidad interior y el violín su inseparable compañero. 

Vamos al colegio 
Con siete años fue mandado a un colegio de primaria católico, donde era el único niño judío de la clase y uno de los pocos del colegio. Una singularidad poco agradable. Pero como más tarde él mismo escribió, el colegio era bastante liberal.

ooAnterior ooooooooooooooooooooooo Índice ooooooooooooooooooooooo Siguiente


2 comentarios :

admini dijo...

Hola!
Antes de nada, felicitaciones por su trabajo.

Ahora, me gusta la consideración de Gauss, hacia Arquímedes, verdadero revolucionario en su época, un visionario. Por supuesto, también a Newton. Pero, y supongo que se lo habrán indicado en algún otro comentario, la que hace sobre Einstein, merece que entre todos los logros de Gauss, se añada el de adivino.

¿Cómo si no, falleciendo en 1855, según la cita que se muestra en todas las páginas de este magnífico blog, puede apreciar las aportaciones a la ciencia de Einstein, nacido en 1879, según éste articulo?

Paradojas... ;)

Luego, sigo leyendo para seguir aprendiendo.

Por último, un saludo y ¡gracias!

Ana

Carlos Roque Sánchez dijo...

Gracias a usted Ana, por sus amables y acertadas palabras. No, no es una paradoja, qué más quisiera, sino algo tan prosaico como un desliz por mi parte. Ya sabe que estas cosas pasan. En fin.
Espero y deseo seguir contando con usted.
Saludos y un abrazo.
Carlos Roque