lunes, 17 de enero de 2011

¿Por qué el aire no huele igual en invierno que en verano?

Es probable que usted se haya dado cuenta. Y es cierta la apreciación: el olor del aire es diferente en cada estación. 

Y además la explicación científica, en principio, es simple. Se trata de una razón físico-química.

El olor cambia porque su composición no es la misma. Sucede que en cada estación hay gases diferentes, formando parte de eso que llamamos aire. Pero mejor vayamos por parte.

Para empezar hemos de tener claro que lo que conocemos como aire no es en realidad un gas, sino una mezcla homogénea o disolución de varios gases y que conocemos como atmósfera.

Para los intereses de esta entrada de hoy nos bastará saber que la componen ‘la docena del fraile’, es decir una docena larga de gases, en diferentes porcentajes de abundancia, y entre los que destacan:
- el nitrógeno N2(g), 78%;
- el oxígeno O2(g), 21%;
- el argón Ar(g), 0,9%;
- el dióxido de carbono CO2(g), 0,03%
- y así una decena de sustancias simples y compuestos químicos más, hasta completar el 100%.

Es decir que de cada 100 moléculas que inhalamos, prácticamente 78 son de nitrógeno y 21 de oxígeno, que son las que utilizamos en el proceso de respiración.

Un porcentaje relativo que es constante durante todo el año.

Y casi todos estos gases, generados por la propia naturaleza y el hombre, tienen una propiedad en común. Son inodoros, es decir no huelen. Sin embargo hay otros tantos que sí.

Son los componentes más aromáticos. Se les conoce con el acrónimo de COV, compuestos orgánicos volátiles.

Y de estas sustancias formadas en parte por carbono, el hombre emite cada año, la nada despreciable cifra de un millón y medio de toneladas 1 500 000 t.
Lo que dicho así no es poco pero, en realidad, insignificante si lo comparamos con lo que emite la naturaleza. 

Que es del orden de diez veces más. Así que no hay comparación.

Pero esta cantidad emitida por la naturaleza tiene una peculiaridad. No es siempre la misma a lo largo de todo el año. 

Y no lo es porque depende de la intensidad lumínica que llegue a la superficie terrestre, y que sabemos es mayor durante la primavera y el verano.

El resto de la explicación es sencilla. Con el mayor aporte energético, que en forma de luz y de calor se produce durante estas estaciones, se estimula el crecimiento vegetal y el que las plantas empiecen a liberar a la atmósfera esas sustancias aromáticas, para así atraer a los insectos que son imprescindibles para su polinización.

Y tres cuarto de lo mismo ocurre en el mar, donde el plancton marino libera sus propias sustancias aromáticas haciendo que el aire de mar huela tan bien en dichas estaciones.

Esa mezcla de sustancias aromáticas son las responsables del nuevo olor que apreciamos con el cambio de estación. 

Y su ausencia la causante de que el invierno ya no nos huela igual.

Entonces son los gases emitidos por el hombre los que se adueñan del ambiente. Una cuestión de olfato.

1 comentario :

Andrés Sotelo dijo...

Muy interesante y clara la explicación.
Continuando en esa misma línea, ¿podría explicar a qué huele la lluvia?