martes, 24 de noviembre de 2009

Flores de otoño

Ya se lo he comentado, en algunas de las entradas que al calendario hemos dedicado. El año, por diversas circunstancias sociales y económicas, comienza en invierno.

Después, sabido es, transcurren primavera, verano y otoño y con éste el año agota su tiempo. Y vuelta a empezar. Todo tiene principio y final.

Es el estacional ciclo cuasieterno de nuestro sistema solar.

Les cuento esto porque algo parecido ocurre con nuestras vidas. Aunque con una diferencia. Nosotros empezamos con la infancia para pasar por adolescencia, madurez y senectud.

Como pueden apreciar el paralelismo con las estaciones se rompe en la comparación.

El invierno, comienzo del año, coincide con la infancia, el inicio de nuestra vida. Y su final, el otoño, con nuestra madurez y principio de ancianidad. No concuerdan.

Parecería más lógico que el año comenzara con la primavera. Pero ya saben. Es un problema de calendario, como ya les he contado en alguna que otra ocasión.

Pero hoy no les quiero hablar de ninguna estación calendaria, sino de una de las etapas humanas. La última de nuestras vidas y que, desde el punto de vista ordinal, coincide con el otoño terrestre.

El final del año.

No son pocos los que piensan que esta estación es, probablemente, la más bella del año. Entre ellos yo mismo. Me gusta el otoño.

Por fin corre el viento y se mueven las nubes. El sol brilla un poco más débil cada día. Y la brisa otoñal nos acaricia con su frescor.

Me gusta porque con él parece que empezara todo. Es como si el cambio de estación nos diera una tregua para volver a intentarlo. Un nuevo volver a empezar. No sé bien qué. Cada uno sabrá.

Pero por propia experiencia sé, que siempre hay algo. Por la cabeza de todos pasa un: “Este año, esta vez, sí”.

Pues lo mismo pienso sobre la senectud. La etapa de nuestras vidas que cronológicamente coincide con la estación otoñal. Es la última, pero puede ser la más bonita.

Aunque como para todo en esta vida hay opiniones. En ese largo y tortuoso camino hacia la muerte, que algunos entienden es la vida, no todos piensan igual.

Hay quien dice que la felicidad está en la infancia. Aunque también hay quien apuesta por la adolescencia.

Y no falta quien entiende la treintena como la edad dorada del hombre. Por supuesto está quien cuenta la vida a partir de los 40. Y quien la valora sólo a partir de los 50.

Incluso hay quien espera a tener cumplidos los 60 para empezar a hacer planes. Y casi todos dicen que, puestos a contar, no cuenten con ellos a partir de los 70.

Son formas de buscar la felicidad en la vida. ‘Maneras de vivir’, que gritaba el genio. Sin embargo el filósofo, sobre felicidad y vida, era más bien pesimista.

Y lo dijo: ‘Desordenando la felicidad me encontré con la vida’.

Quizás.

No hay comentarios :